Don Florencio recibió la Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario
La Administración Penitenciaria celebró, el pasado 24 de septiembre, la festividad de la Merced con la voluntad de que sirva para estímulo y reconocimiento de los profesionales que trabajan en ella y de las organizaciones ciudadanas que colaboran en el proceso de reinserción social de las personas privadas de libertad.
En este contexto, la Administración Penitenciaria concedió, entre otros reconocimientos, la Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario al Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Mons. Florencio Roselló, por la realización de importantes servicios en el ámbito penitenciario, así como por su importante contribución a la mejora de la actividad penitenciaria en cualquiera de sus manifestaciones.
La entrega de este reconocimiento tuvo lugar el pasado día 24, en el centro penitenciario de Pamplona. Don Florencio recibió la medalla de manos de Jonatan García, director del Centro Penitenciario de Pamplona. En el momento de recogerla afirmó que recibir esa medalla al mérito penitenciario “supone reconocer el compromiso de la Iglesia con la cárcel, el compromiso de la Iglesia con los hombres y mujeres que están en prisión”. También explicó que recientemente había estado en Roma y que en la audiencia con el Papa Francisco les pidió que acudan a las cárceles, que “vayan a encontrarse con Cristo que está preso”. Finalmente afirmó que “esta medalla es el encuentro, esta medalla es la Iglesia, esta medalla representa a tantos hombres y mujeres que están esperando una palabra, un abrazo, un perdón de la Iglesia. Esta medalla es el Evangelio en primera persona: “Estuve en la cárcel y vinisteis a verme”.
Mons. Florencio Roselló, religioso mercedario, ejerció durante más de treinta años como capellán de prisiones y, antes de su consagración episcopal el pasado mes de enero, fue responsable durante ocho años de animar y coordinar la Pastoral Penitenciaria en España como director del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española.
“No estoy acostumbrad a premios o reconocimientos de este tipo. Me ha sorprendido que se hayan fijado en mí. Personalmente estoy muy agradecido en que se valore todo lo que yo he hecho, pero también todo lo que la Pastoral Penitenciaria ha hecho. Es un reconocimiento y una emoción para toda la Pastoral Penitenciaria. Recibo este premio por lo que represento y no por lo que a nivel personal haya podido hacer. Por eso, he sentido emoción, agradecimiento y valoración de que todo lo bueno y positivo que hace la Iglesia. Somos resolutivos. La Iglesia responde a las necesidades de la cárcel y de la sociedad”, explicó don Florencio al semanario diocesano La Verdad.
“Esta medalla es un reconocimiento a la Iglesia, a lo mucho y bueno que la Iglesia hace a favor de las prisiones. Esta medalla se concentra en mi persona, pero no porque yo sea mejor, sino porque he sido el rostro, la voz y el esquema de la organización de la Pastoral Penitenciaria en España. A la Administración penitenciaria le llama la atención la dedicación, la entrega, las soluciones que aportamos, los resolutivos que muchas veces somos, la organización que tenemos tan seria. Creo que todo esto ha motivado a valorar el que se me entregue a mí, pero yo valoro que detrás de todo ello hay mucha gente: capellanes, voluntarios, gente que trabajan tanto mejor que yo. Por tanto esta medalla es a la Pastoral Penitenciaria de España”, recordó don Florencio.
La fiesta de la Merced recuerda la advocación mariana de la Virgen de la Merced, que tiene su origen en el año 1218, cuando se apareció, en Barcelona, a San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort y Jaime I de Aragón para pedir la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. San Pedro Nolasco fundó entonces la Orden de la Merced (Mercedarios) con este objetivo. En la actualidad, los Mercedarios, además de atender a los presos en las cárceles, buscan atender las nuevas formas de cautividad, en aquellas situaciones sociales que oprimen y degradan a la persona humana.