«A todos los fieles cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que vivís en esa hermosa tierra de Navarra y que tantos santos ha dado a la Iglesia, os abrazo con todo mi afecto. Mi misión es la de llevaros el amor de Cristo, lo mismo que he intentado realizar en las Diócesis precedentes. El lema de mi episcopado se fundamenta en la oración de Cristo al Padre: “Padre que todos sean uno para que el mundo crea”. En la unidad y para la unidad quiero vivir y siempre en comunión con el Papa y mis hermanos Obispos. No tengo otra divisa ni otra motivación; ésta es la única que me atrae y me urge para que Dios sea glorificado, adorado y amado siempre en medio de nosotros. Ruego a Santa María la Real de la Catedral de Pamplona, a nuestros patronos San Fermín y San Francisco de Javier, a Santa Ana y San Agustín en Tudela y a todos los santos que veneráis en Navarra que nos protejan del mal, nos ayuden a vivir con pasión la santidad, como hicieron ellos, y a gozar de una fraternidad llena de paz y alegría.»