Homilía del Cardenal Sebastián en la Javierada 2015
Saludo a D. Francisco, nuestro Arzobispo, y a D. Juan Antonio, su Obispo Auxiliar. A D. Julián, Obispo de Huesca y Jaca. Os saludo a vosotros, hermanos y amigos sacerdotes, a los religiosos, religiosas y consagrados en general. Saludo tambien a la Comunidad de los PP. Jesuítas y a su P. Provincial. Y os saludo cordialmente a todos vosotros, los valientes amigos de Javier. Queridos hermanos y amigos, Senide maiteok:
Quiero comenzar manifestándoos mi alegría por estar hoy aquí con vosotros. HAU POZA, SENIDEOK, BERRIRO ERE ZUEN AURREAN AURKITZEA!
Agradezco al Sr. Arzobispo el haberme ofrecido la oportunidad de presidir esta Eucaristía en el 75 aniversario de las Javieradas. Quisiera saludaros personalmente a todos y compartir con cada uno de vosotros la alegría de esta fiesta cristiana y misionera.
Setenta y cinco años de las Javieradas!! A lo largo de estos años Javier se ha convertido en un símbolo de fe para los católicos navarros. Venís caminando desde todos los puntos de Navarra. Javier nos une a todos en una verdadera familia, una familia que reza, que canta, una familia joven que camina, Una familia que tiene en San Francisco de Javier un modelo de vida y un ideal que le pone en pie y le ayuda a vivir con fe y esperanza.
Jóvenes y adultos, chicos y chicas, hombres y mujeres, del norte, del centro y del sur, todos nosotros vemos en Javier un modelo de autenticidad y libertad, un modelo de valentía, fortaleza y generosidad; todos lo veneramos y lo reconocemos como un modelo difícilmente superable de la grandeza de la fe crecida en la tierra fuerte del alma navarra. El quería ser un hombre de letras, se fue a Paris para luego poder prosperar en su vida profesional. Allí en París descubrió a Jesucristo como el ideal de su vida, vio en Jesucristo la encarnación del amor salvador de Dios, el gran iniciador de una humanidad nueva, de una forma nueva de vivir en el mundo, haciendo el bien y ayudando al prójimo a vivir como hijos de Dios, con el entusiasmo de quien espera la felicidad eterna de una vida inmortal y gloriosa.
Javier no fue un cristiano perezoso, no fue un hombre de ambigüedades y componendas. Se entusiasmó con Jesucristo y se hizo discípulo fervoroso de ese Jesús que le había ganado el corazón. No quiso dedicar su vida a las cosas de este mundo. Desde el primer momento de su conversión se dedicó a enseñar el Catecismo a los niños y a cuidar a los enfermos, fue andando desde París a Roma y cuando le llegó la hora de Dios, se fue hasta el fin del mundo para difundir el conocimiento de Cristo y ofrecerles a todos los hombres la salvación de Dios.
Queridos amigos, peregrinos de Javier. Si venimos aquí a honrar la memoria de nuestro Patrón tenemos que asumir el compromiso de imitar su vida, cada uno a su manera y como Dios le dé a entender. No podemos tampoco nosotros ser cristianos perezosos, no podemos ser falsos ni cobardes. Tenemos que ser discípulos entusiastas de Jesús, creyentes practicantes y militantes, amigos y servidores de Jesucristo con todas las consecuencias. Como nos decía el evangelio de hoy, creer en Jesús es nacer de nuevo, nacer a una vida espiritual nueva, nacer a otra manera de ver y de proyectar la vida, con otros valores, con otras aspiraciones, con otros proyectos y con otras obras. Con obras de entrega y de servicio, de amor y generosidad, como las que tendremos que hacer en el Año Mundial de la Misericordia que el Papa Francisco acaba de convocar.
Jóvenes amigos de Javier, de vosotros tienen que salir las familias cristianas de mañana, familias estables y generosas que sepan educar a sus hijos en la piedad y en la honradez de vuestras familias tienen que salir los sacerdotes que mantengan viva la fe y la piedad de las parroquias, en las ciudades yen los pueblos, de vosotros tienen que salir los misioneros y misioneras que propaguen por los rincones del mundo la fe de Jesucristo y la alegría de la vida cristiana. No podemos aceptar que se extinga la tradición de los misioneros navarros presentes en las cinco partes del mundo.
Que el Espíritu de Francisco de Javier se haga presente en todos nosotros y nos lleve a ser discípulos y apóstoles de Jesucristo allá donde estemos. JAINKOAK BERE BAKE ETA POZA EMAN DEZAIZUELA NETI. Que la Virgen María os bendiga y os haga crecer en la fe, en el amor y en la alegría de la esperanza.