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GRACIAS. Esta es mi primera palabra de la carta de esta semana. Porque quiero agradecer y poner en valor la entrega y generosidad de nuestros/as catequistas diocesanos. Es vivir el amor a la Iglesia entregado a la Palabra de Dios. Ser catequista hoy en día es un añadido a vuestra vida personal, pues necesitáis tiempo para la catequesis, para la formación y para la oración. En una sociedad tan individualizada, tan personal y a veces egoísta, todavía tiene más valor la generosidad y entrega de los catequistas. Sin vosotros, nuestra Iglesia diocesana estaría huérfana de la Palabra de Dios.

Recuerdo con cariño, y cierta nostalgia, a mi catequista de comunión. Y eso que yo “venía enseñado de casa”, pues procedía de una familia profundamente cristiana. Sí, hace muchos años, pero ¿por qué la recuerdo todavía?, porque me dejó una huella imborrable tanto por lo que me ensañaba como por su vida. Mujer sencilla, humilde, pero de profunda fe. Mujer que nos quería a todos. Entregada sin límites, y entusiasta del evangelio y de las oraciones que había que aprender y memorizar. Nunca falló y en su cara un rostro tierno y unas palabras amables.

En una sociedad como la actual, secularizada, y donde el hecho religioso ha perdido su presencia en nuestra sociedad, la/el catequista se ha convertido en el primer rostro que muchos niños van a tener de la Iglesia. Para ellos la Iglesia se resume en su catequista. Muchos niños, la única palabra que escucharán de la Iglesia será la del catequista. La imagen que se guardarán de la Iglesia será la de su catequista, si desgraciadamente, como ocurre muchas veces, después de la comunión abandonan la Iglesia.

Este fin de semana en nuestra diócesis de Pamplona y Tudela celebramos el día del catequista, en Santesteban/Doneztebe. Y hay un lema que nos interroga a toda la iglesia diocesana. “Guardianes de Su Misterio”. Es verdad, el catequista es depositario y guardián del gran Misterio, que es Jesús, al que llegamos a través de nuestra fe. Este lema llama a la responsabilidad de todos los catequistas diocesanos, porque tenemos en nuestro poder algo tan grande y tan importante para nuestra Iglesia, como es la fe en Jesús vivo y resucitado. Y algo tan responsable como es la transmisión de este Misterio.

Pero al decir “Guardianes” no estamos diciendo, para guardarlo, para esconderlo, para que no nos lo quieten, como el empleado que recibió un talento y se lo guardó sin dar fruto (Cf. Mt. 25, 25) sino todo lo contrario. Somos depositarios de este Misterio, para transmitirlo, para compartirlo a niños, jóvenes y adultos que quieran acercarse a Dios, a través de un proceso de formación y de fe.

El Papa Francisco ha querido poner en valor la labor del catequista y en mayo de 2021 estableció el “ministerio del catequista”. En la presentación de este ministerio, el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, señaló, “Han tenido que pasar casi 50 años (desde Pablo VI) para que la iglesia llegue a reconocer que el servicio prestado por tantos hombres y mujeres a través de su compromiso catequético constituye verdaderamente un ministerio distintivo para el crecimiento de la comunidad cristiana”. Añadía el mismo arzobispo Fichichella, “Los que van a ser catequistas deben saber que hablan en nombre de la iglesia y transmiten la fe de la iglesia”

Deseo que los catequistas transmitan la Palabra de Dios con fuerza y ardor, viviendo aquello que anuncian, y provocando fuerza e ilusión en aquellos que reciben la Palabra de Dios, a imagen de los discípulos de Emaús cuando se encontraron con Jesús: “¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc. 24, 33)

¡Queridos catequistas!, os necesitamos, y os agradezco todo el tiempo e ilusión que ponéis en vuestro servicio. Estoy convencido que muchos niños, jóvenes y adultos os recordarán con cariño por toda vuestra entrega, como yo todavía recuerdo, a mi catequista de comunión.

Con mi abrazo y bendición

 

+Florencio

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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