«Sois ejemplo de Iglesia samaritana y comprometida»

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 19 de marzo, durante la celebración de la fiesta de San José, en las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Tafalla

 

Queridas Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Tafalla. Mi primera palabra quiere ser FELICIDADES, hoy estáis de fiesta, pues celebráis vuestro santo Patrón, San José.

Preparando estas palabras me hacía la siguiente pregunta, en 151 años de fundación (fundadas en 1973), ¿cuántos ancianos habrán atendido?, y además muchos de ellos con una particularidad, porque vosotras mismas decís,  según palabras del Venerable Saturnino López Novoa, “El objetivo de esta religiosa y caritativa Institución  es dar albergue a los ancianos pobres y desamparados  y prodigarles todo género de asistencia solícita  y afectuosa inspirada en la caridad evangélica y en el amor filial”. Este principio os hace especiales, porque además de acoger a los ancianos, ya de por sí necesitados, queréis acoger a los más vulnerables y necesitados. Por ello os felicito, sois ejemplo de Iglesia samaritana y comprometida.

Tal y como está nuestra sociedad, su obra no solo es necesaria, sino imprescindible. Nacen cada vez menos niños, las personas vivimos más, por lo tanto, hay más ancianos. A esto añadimos que vivimos en una sociedad hedonista, en la cual nos gusta vivir bien, y para ello los ancianos parece que sobran, los descartamos, y buscamos residencias para ingresarlos o “aparcarlos”, y ahí entran ustedes, como “ángel de la guarda”.

Ángel de la guarda también fue San José su patrono, y cuya fiesta celebramos hoy. Una figura, la de San José que a veces nos puede parecer irrelevante, pero que fue fundamental en la Historia de la Salvación. Valoramos mucho el “sí” de María, y relegamos a un segundo plano la decisión de José de aceptar la propuesta de Dios. En cambio, hemos de destacar que San José confió, aceptó, que se cumpliera en él la voluntad de Dios. ¿Qué hubiese sido de Jesús y María, sin la presencia de San José?.

La primera actitud de José es la confianza. Primero en Dios, que le pide algo difícil no imposible, pero mal visto a la vista de la sociedad. Es que acepte a María, embarazada, sin haber vivido antes con ella. En sueños, cuando José había decidido, quitarse de en medio, dejar a María, Dios le habla, y le pide que acompañe a María, y al niño que lleva en sus entrañas. Solo desde una confianza ciega en Dios, se puede asumir esa responsabilidad.

La segunda actitud que quiero destacar es el silencio de José. Porque lo importante es la Palabra de Dios. Este silencio deja espacio a su Palabra, a través de la cual llega la voluntad de Dios a José. En silencio José escucha “Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús” (Lc. 1, 21), ante la duda de José, Dios le indica el camino a seguir, es Dios quien habla en medio del silencio, pero José actúa. Y algo tan importante en la cultura judía como poner el nombre, Dios se lo reserva para José. Entre Dios y san José hay un diálogo silencioso de la aceptación de ser el padre del Redentor. Un diálogo que en el momento de asumir José la paternidad del Redentor, supone el grito de la responsabilidad en la educación y acompañamiento de Jesús.

La tercera actitud de José, que quiero destacar es la acogida. Seguramente cuando José acogió a María en su casa, tuvo que sufrir la exclusión de la gente de su entorno, que no comprendían su gesto. Lo normal hubiese sido rechazar la propuesta de Dios. Y José acepta todo lo que viene de Dios, y en este caso supone acoger a María y al niño, y de esta forma crear la familia de Nazaret, la Sagrada Familia.

Esta acogida de María y el niño que lleva en su vientre, nos recuerda el ser solidario con las personas que no están bien vistas en nuestra sociedad. Solidarios con los que no cuentan, y una mujer embazada sin estar casada, era considerada adúltera, y por lo tanto, según la ley judía, se le podía apedrear, esta aceptación de la voluntad de Dios.

Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados son los nuevos Josés, del siglo XXI, que escuchando a Dios aceptan su voluntad y el compromiso de acoger a los pobres y vulnerables. Y esta acogida es en un ambiente familiar, como dicen en su historia. Lo mismo que hizo José, con María y Jesús.

Y de lo que parece que es una obra humana, social, se convierte en una obra de Dios, pues como dicen ustedes, “está en conformidad con el evangelio, está inspirada por el Espíritu Santo y por lo tanto no tiene caducidad. Y por lo tanto perseverará en la historia de la humanidad, llevando a cabo la misión redentora de Jesús.

Pero me llama la atención cuando dicen ¡Jesús redimió a la persona entera, cuerpo y alma, de cada una de las personas humanas! Y, en consecuencia, la aplicación misericordiosa y evangelizadora de los frutos de la Redención tiene que seguir. Por eso el carisma y misión de las Hermanitas es y será necesario, imprescindible, de urgente exigencia social y eclesial. Les felicito, porque ustedes atienden a todos, sean creyentes o no, porque lo importante es la persona, en todas sus dimensiones, espiritual y humana. Y si un anciano no es creyente, sigue siendo persona y merecedora de la atención de las Hermanitas. Estas palabras se completan con las del Venerable Saturnino López Novoa cuando les dice “El objetivo de esta religiosa y caritativa Institución es dar albergue a los ancianos pobres y desamparados  y prodigarles todo género de asistencia solícita  y afectuosa inspirada en la caridad evangélica y en el amor filial” (Venerable Saturnino López Novoa)

Quisiera traer en este día las palabras que el Papa Francisco dirigió al Capítulo General de ustedes el pasado año, el 24 de febrero de 2023, que les dijo “perseveren con alegría en la misión que realizan en favor de las personas mayores, en tanto lugares del mundo, especialmente de los ancianos y ancianas que están más abandonados y sufren las tristes consecuencias de la cultura del descarte”. El Papa las valora mucho por acoger a los ancianos más pobres.

Y quiero terminar con las palabras de su fundadora Santa Madre teresa de Jesús Jornet, cuando les decía “El Señor se ha dignado confiarnos el cuidado de los ancianos pobres. Hagámoslo con el máximo esmero posible, no solo en cuanto a lo perteneciente al cuerpo, sino, sobre todo, dándoles todo el bien espiritual que necesiten”.

 

+ Florencio Roselló

Arzobispo de Pamplona y Tudela

 

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad