First person perspective and Selective focus on man fist raised during an ecological protest. Crowd of people walking with security in the background

El próximo 1 de mayo, la Iglesia nos regala la fiesta de San José Obrero. Fiesta que está íntimamente ligada a la Jornada Mundial del Trabajo. El sentido religioso de esta fiesta fue instituida por Pío XII el 1 de mayo de 1955, ante la Asociación Cristiana de Trabajadores Italianos (ACTI), reunidos en la plaza de San Pedro. Una fiesta que es consecuencia de las luchas obreras que se estaban realizando en muchas partes del mundo, casi un siglo antes.
Este día es consecuencia de la huelga en Estados Unidos, donde la Federación Americana del Trabajo, convocó para el 1 de mayo de 1868 una huelga general pidiendo que se estableciese la jornada máxima de trabajo de 8 horas, la huelga fue especialmente seguida en Chicago, fue dura y se prolongó durante los días 2 y 3, con numerosos heridos y muertos. Aunque con muchos años de diferencia, la Iglesia también se quiso sumar a esta lucha por la justicia y la igualdad en los derechos de los trabajadores.
Este año 2024 seguiremos celebrando esta fiesta del trabajo como todos los años. Me da cierta tristeza que dependiendo de quién gobierne se celebra este día con más o menos presión e intensidad reivindicativa. Porque los derechos de los trabajadores son siempre los mismos.
Como nos decía el Papa Francisco: “Porque vivimos en un tiempo de explotación de los trabajadores; en un momento en donde el trabajo, no está precisamente al servicio de la dignidad de la persona humana, sino que es el trabajo esclavo. Debemos formar, educar a un nuevo humanismo del trabajo, donde el hombre, no la ganancia, esté al centro; donde la economía sirva al hombre y no se sirva del hombre” (16-1-2016). Si el trabajo no humaniza, hay que plantearse que algo estamos haciendo mal. Si el trabajo no libera a nivel personal, algo no funciona. No todo vale por la producción.
Siguen existiendo causas que no podemos callar. Este es el caso de la distancia salarial entre hombre y mujer, que aunque se ha ido reduciendo en nuestro país, hay informes sindicales que nos avisan de que la mujer gana 4.300 euros menos al año que el hombre. O según datos del INE, la proporción de mujeres en cargos directivos fue del 34,8% en 2023. Seguramente habrá opiniones discrepantes, pero “cuando el río suena…”.
En este primero de mayo tampoco podemos olvidar las reivindicaciones de los agricultores en nuestro país y en nuestra Comunidad Foral de Navarra. Se está negociando, hay silencio, pero no todas las reivindicaciones están conseguidas. Hace dos semanas hubo una manifestación en Pamplona, algo no está claro.
Tengo bastante confianza en la ILP (Iniciativa Legislativa Popular), que entre otros temas aborda la regularización de extranjeros. Estoy pensando en las mujeres extranjeras cuidando a personas mayores o dependientes. No pueden regularizar su situación porque no tienen papeles. Trabajando sin asegurar y con horarios irracionales. En este mismo grupo están los trabajadores extranjeros en el campo o la construcción, muchos de ellos trabajando en horarios irracionales y alojados en condiciones infrahumanas. Como Iglesia no podemos mirar hacia otro lado. Es hora de regularizar su situación por dignidad, humanidad y justicia. “Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente” (Doctrina Social Iglesia. 301).
Este día, 1 de mayo, cobra protagonismo el movimiento o reivindicación por el “Trabajo Decente” (TD). Este concepto fue lanzado en 1999 por el Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y al que en 2015 se adhirieron Caritas, Confer, Hoac, Justicia y Paz, Juventud Obrera Católica. Se entiende por trabajo decente, el que ofrece oportunidades para que los hombres y mujeres puedan desempeñar un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana, en el que los derechos son protegidos y que cuenta con remuneración adecuada y protección social. Como nos dice el Papa Francisco “No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo” (FT 162).
Seguramente hay otras muchas causas para reivindicar este próximo 1 de mayo, por eso confío en San José Obrero, que es nuestro portavoz, nuestro representante sindical, es quien lleva nuestra pancarta, quien encabeza nuestra manifestación, ¿te unes? ❏

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