Bendición de la iglesia del monasterio de La Oliva

23.Mayo.2024 Eucaristía fin de obra del Mº de la Oliva, en el 97 aniv restauración vida monástica. Foto: M.A. Bretos

Homilía pronunciada pro el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 23 de mayo, con motivo de la bendición de la iglesia del monasterio de La Oliva, tras las obras de restauración de la iglesia.

Querida comunidad de monjes de la Oliva, queridos sacerdotes, religiosos, religiosas y hermanos que nos acompañáis en esta ceremonia.

“Mi casa es casa de oración” (Lc. 19, 46). Lo decimos en voz alta y con la cabeza erguida. Hoy esta iglesia recupera el sentido y la profundidad para la que fue restaurada. Casa de oración, casa de encuentro con el Señor. Esta iglesia vuelve a recuperar las oraciones, los salmos, cantos e himnos inspirados, que los monjes, huéspedes y visitantes elevan cada día al Padre. Dios ha venido para quedarse con nosotros, y le ofrecemos esta iglesia restaurada, cuidada y preparada para que nuestra oración sea expresión de nuestra fidelidad al Padre.

Como dice la regla de San Benito que profesa esta comunidad Sea el oratorio lo que dice su nombre, y no se lo use para otra cosa, ni se guarde nada allí”. (Nº 1 Prólogo de la regla). Para esto se ha hecho esta reforma, para que esta iglesia sea oratorio y casa de oración. Por eso entristece que esta iglesia después de la desamorización fuese utilizada como almacén y otros usos no litúrgicos. Hoy, con orgullo y después de la reforma, bendecimos esta iglesia abacial, para ser casa de oración.

Hacemos la bendición de esta iglesia un 23 de mayo de 2024. Otro 23 de mayo de 1927, hace ya 97 años, la comunidad cisterciense regresaba a este Monasterio después de estar fuera de él 92 años, motivado por la desamortización de Mendizábal. La comunidad volvía a dar vida y recibir vida de Dios en estos claustros que tienen mucha historia y mucha espiritualidad compartida. Esta iglesia abacial restaurada que hoy bendecimos quiere ser ese Monte Tabor que nos lleve al encuentro trascendental con el Padre. Un lugar donde el monje con su voto de estabilidad, permanece, y el visitante quiere quedarse con Dios.

Han sido 20 meses de obras, de proyectos, de estudios y análisis. También tiempo de preocupaciones. Un tiempo de ver los avances de las obras, de espera, de incertidumbre, y de ver la obra final. Esta iglesia estaba mal, había charcos, humedades, deterioro y frío. La oración llegaba a Dios, pero a costa de mucho sufrimiento. Personalmente no conocía la iglesia antes de la restauración, pero por lo que me han contado, todo el esfuerzo ha valido la pena, Dios merece lo mejor, y creo que se lo hemos dado.

El valor y la fuerza de vuestra comunidad está en la oración. A través de ella os acercáis más a Dios y sobre todo, hacéis que, gracias a vuestra oración, nosotros también estemos cerca de Dios. Por eso dice también el Señor en el Evangelio, citando la regla de San Benito: «Al que oye estas mis palabras y las practica, lo compararé con un hombre prudente que edificó su casa sobre piedra; 34 vinieron los ríos, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero no se cayó, porque estaba fundada sobre piedra» (Mt 7,24s). (Prólogo. Nº 33 y 34). ¿Cuál es vuestra piedra que asegura vuestra casa?, la oración. Ella os hace fuertes, y en esta iglesia abacial os hace más fuerte todavía, porque ella rezuma paz, interioridad, espiritualidad y conversación con el Señor. La restauración y bendición de esta iglesia abacial hace que podáis resistir a vientos, ríos y tempestades. Vuestra iglesia es casa edificada sobre la roca de vuestra oración, de vuestra vida comunitaria. Os animo a ser testimonios cualificados de la búsqueda de Dios, escuela de oración y escuela de caridad para todos.

Hacemos la bendición de esta iglesia abacial el día en que celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Esta fiesta nos invita a adentrarnos en el maravilloso corazón sacerdotal de Cristo. El evangelio que hemos escuchado nos describe cómo vive Jesús esos momentos intensos e íntimos con sus discípulos. Un corazón que manifiesta “ansia” por los suyos, por nosotros: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15). Antes de la entrega, de la oblación Jesús les manifiesta a sus discípulos su amor.

Esta iglesia va a ser centro de la entrega de Jesús Sumo y Eterno. Cristo ha dejado de ser el Maestro para convertirse en amigo. Aquí Jesús, comenzando hoy mismo, se va a entregar por todos nosotros, y una entrega que está manifestada en un “amor hasta el extremo”. «Sabiendo Jesús que había llegado su hora (…), como amase a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). Amor extremo es amor sin límites, amor extremo es amor sin condiciones, amor extremo es dar la vida.

Este amor viene recogido en una anécdota que hace poco tiempo me contaron. Por los años noventa, un compañero mercedario visitó con su familia el Monasterio de la Oliva. Este compañero era capellán de una cárcel en España, y su madre preguntó a uno de los monjes, “¿cuánto tiempo lleva usted aquí?”, a lo que el monje le contestó, “unos cincuenta años sin salir”, y la madre del mercedario le dijo, “debe de ser duro, es como si estuviese en la cárcel”, a lo que el monje, con serenidad, le contestó “no es duro, porque es una cárcel de amor”. En esta fiesta de Jesús Sumo y Eterno Sacerdote, este monje ya había entregado su vida a Dios a través de esa cárcel de amor. Y créanme, cuando hay amor, no hay cárcel.

En el oficio de lectura de hoy, en la segunda lectura del Papa Pío XII nos habla que “Cristo es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él, en nombre de todo el género humano presenta al Padre eterno todas las aspiraciones y sentimientos religiosos de todos los hombres”. Cristo es sacerdote para todos nosotros. Lo mismo ocurre con esta iglesia que hemos bendecido, esta restauración no es una restauración para la iglesia en sí, sino para nosotros, y sobre todo para Dios, para ser lugar de encuentro con el Señor a través de la oración. Esta iglesia tiene sentido si es para el encuentro personal con el Señor.

Queridos monjes de la Oliva. Restaurar esta iglesia abacial es querer poner a Dios en el centro. Es situar a Dios como el centro de nuestro Monasterio, para que así pueda ser el centro de la comunidad monástica, pero también el centro de toda persona que llegue a este cenobio. “Os animo a ser testimonios cualificados de la búsqueda de Dios, escuela de oración y escuela de caridad para todos”. (Papa Francisco. Capítulo General Cistercienses. Roma 23-9-2017)

Estad abiertos, sed comunidad acogedora, para creyentes y para gente en actitud de búsqueda. Hay personas que desorientadas en la vida buscan encontrarse con el Señor, y un Monasterio como el de la Oliva, es un espacio de reflexión, de discernimiento, que puede llegar a ser un encuentro fecundo con el Señor. Un espacio de encuentro personal con monjes de la comunidad en acompañamiento espiritual. Que esta restauración ayude a encontrarse con él Señor. Y que este Monasterio sea acogida para todos, sin distinciones, todos, todos.

Los Monasterios cistercienses están dedicados a María Nuestra Madre. Nuestro Monasterio, siguiendo esta tradición, está dedicado a Nuestra Señora de la Oliva. Pero también esta restauración de la iglesia ha afectado a María. Pues la Virgen del altar se ha bajado en altura, se ha querido acercarla más a sus hijos, para verla más de cerca, para sentirla cercana. María como Madre quiere estar cerca de sus hijos. A partir de la bendición de esta iglesia, María es nuestra compañera de oración, y nuestra confidente cercana y próxima.

Por otro lado, me gustaría que este Monasterio de la Oliva, fuese un espacio de paz. Que quien rece ante Santa María de la Oliva, fruto del olivo, y símbolo de la paz, encuentre espacios y tiempo de paz. Por aquí pasan huéspedes, visitantes o turistas. En un mundo convulso y alterado por las guerras, las muertes de inocentes, Santa María de la Oliva sea una defensora de la paz. Que le pidamos paz para el mundo, paz para nuestra diócesis, y paz para cada uno de nosotros, y paz para esta comunidad del cister.

Quiero terminar mis palabras agradeciendo y reconociendo el esfuerzo que ha hecho la comunidad de monjes de Santa María de la Oliva en hacer realidad la restauración de la Iglesia. Agradecimiento también a cuantas instituciones públicas y privadas hayan podido intervenir en esta restauración. Sé de los esfuerzos, gestiones y conversaciones que habéis tenido que emprender. Gracias porque en esta obra humana, Dios se ha hecho presente. Gracias por el servicio y ayuda que regaláis nuestra diócesis. “Voy con mi corazón y mi mente a vuestros silenciosos claustros, de los cuales sube incesante la oración por la Iglesia y por el mundo. Y doy gracias al Señor por la presencia insustituible de las comunidades monásticas, que representan una riqueza espiritual y un recordatorio constante para buscar ante todo las cosas de «allá arriba», para vivir en su justa medida las realidades terrenales”. (Papa Francisco. Capítulo General Cistercienses. Roma 23-9-2017)

La presencia de este Monasterio entre nosotros es oración regalada a la diócesis. Vuestra oración ayuda a santificar nuestra iglesia diocesana. Con esta renovada iglesia abacial, y con vuestra oración en esta iglesia, nos ayudáis a mostrar el camino de la conversión y también el camino de la santidad.

 

+ Florencio Roselló Avellanas, O. de M.

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

 

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad