Romería al Santo Cristo del Amparo de Aibar

Homilía del Arzobispo don Florencio Roselló, pronunciada el pasado 5 de mayo, con motivo de la romería al Santo Cristo del Amparo de Aibar.

Queridos romeros, peregrinos, hermanos/as todos.

Hace mucho tiempo estaba en una iglesia mirando a Jesús en la cruz, y mi acompañante me dijo “¿qué tiene este muerto que tanta gente sigue?…¡que está vivo!. Y el ejemplo más fiel de esta frase la encontramos en Aibar. El Santo Cristo del Amparo está vivo, y muy vivo. ¡Cuántas oraciones habrá escuchado! ¡Cuántas lágrimas habrá enjugado! ¿Cuántos sueños habrá escuchado!

El Santo Cristo del Amparo de Aibar es, tanto por su devoción como por su calidad, un foco de atención y de especial interés en la parroquia de San Pedro. Este crucificado gótico, datado hacia 1350 aproximadamente, es una buena muestra de la imaginería de mediados del siglo XIV. El Santo Cristo del Amparo nos presenta una imagen real de lo que vivió Jesús en la cruz. Vemos un Jesús doloroso y moribundo. ¿Cómo puede ser la imagen de alguien que ha recibido una paliza, que le han azotado, y clavado en la cruz?, pues tiene que ser una imagen dura, de dolor y de congoja, y eso es lo que nos transmite la bella imagen del Cristo del Amparo.

Una imagen que cautiva, que enamora, y sobre todo que despierta fe y confianza en la gente de Aibar y de los pueblos cercanos. Algo tiene, hasta milagros, pues este año 2024 celebramos los  100 años del milagro ocurrido el 4 de mayo de 1924. Este año la señora Ramona Martínez Gabarrús, procedente de Lobera de Onsella, quedó totalmente curada de la parálisis que sufría. Este año, y concretamente ayer, se celebraba el centenario de la curación. El Santo Cristo es Amparo y protección para Aibar y para todas las gentes que se acercan a rezar y pedir ante este Cristo milagroso. Esta devoción llegó a tal punto que en el año 1527 tuvieron que forrar de plata uno de los pies para protegerlo del desgaste provocado por la multitud de feligreses que lo besaban y que ponían sus peticiones en sus pies.

Este Santo Cristo del Amparo de Aibar es la experiencia de amor que nos presenta el crucificado. Un rostro castigado, sufriente, aguantando el dolor hasta el extremo. Pero ese es el precio del amor del Cristo del Amparo. Un rostro que refleja dolor porque nos ama, un rostro que refleja humillación porque nos quiere. Porque el evangelio de hoy nos dice “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. El lenguaje del amor lo entendemos todos. Amar supone entrega, renuncia, sacrificio, para luego disfrutar y ser feliz. Pero no hay amor, sin entrega, no hay amor sin sacrificio. Todo esto nos llevará a la felicidad. Porque Cristo que ha muerto, que ha sido apaleado y crucificado por nosotros, luego ha resucitado nos ha hecho felices. Jesús no quiere un amor interesado, egoísta, que se pueda devolver, sino un amor generoso, un amor comprometido, gratuito y solidario. Donde cada uno ponga en primer lugar al otro.

Les pide que den la vida los unos por los otros, como Jesús la dio por ellos. Dar la vida por el otro supone buscar lo que le hace feliz al otro. Ser capaz de estar a su lado en el dolor, en el sufrimiento. Renunciar a nuestro protagonismo para que el otro tenga protagonismo, en definitiva, luchar para que el otro sea más persona. Renunciando a mis aspiraciones, para que el otro tenga las suyas, eso supone dar la vida por el otro.

Dar la vida por los otros es mirarlos con compasión, con ternura, con solidaridad. Dar la vida supone colocar al otro en el centro de mi vida, y que sus preocupaciones sean mis preocupaciones, sus alegrías mis alegrías, sus fracasos, mis fracasos. Quien ama como Jesús aprende a poner en el centro de mi vida al otro. Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo.

Esta mañana el tema que me han propuesto de reflexión son los “Milagros espirituales”. Son aquellos que el Santo Cristo del Amparo está viviendo con los fieles que se acercan a venerar esta imagen. Milagros espirituales:

  • Como el de un romero, que sin tener clara su fe, cada año no falta a la cita con el Santo Cristo del Amparo.
  • Como el de aquel devoto que hace una promesa al Cristo del Amparo necesitado de una gracia o favor.
  • Como el padre, que, sin ser muy creyente, transmite a sus hijos la devoción y la peregrinación al Cristo del Amparo.
  • Como el hombre o la mujer de Aibar, que lleva colgado en el pecho rl Cristo del Amparo, convencido que es el que le va a sacar de la situación de necesidad o problema que está viviendo.

Estoy convencido que cada año, cada día el Cristo del Amparo hace milagros espirituales en muchos devotos que se acercan a pedir. Cristo no hace distinción, atiende a los que regularmente participan los domingos en la eucaristía, como los que lo hacen en contadas ocasiones. Lo mismo que Jesús atendía igual a Zaqueo, que a los pecadores, y a la Magdalena, Ese es el gran milagro espiritual, que hoy, esta mañana todos somos hermanos, todos somos hijos del mismo Dios, y hoy todos miramos en la misma dirección al Santo Cristo del Amparo. Para el Santo Cristo, no hay distinción, todos somos iguales, y todos tenemos el mismo derecho a ser querido por el Santo Cristo.

Quisiera dedicar unas palabras al término Amparo, que define la actitud de nuestro Santo Cristo. Él es para todos los que acudimos a él, nuestro amparo, nuestro apoyo, nuestro refugio. En su rostro parece que él ha asumido todas nuestras cargas, que nos protege y nos libra de nuestro mal. Estoy convencido que muchos de los que estamos esta mañana aquí estamos pidiendo al Cristo crucificado que nos ampare, que nos cuide y nos proteja. Que proteja y ampare a la gente que queremos. En ese rostro machacado y castigado están recogidos también nuestros fallos, nuestros pecados. Él asume toda nuestra debilidad.

Feliz fiesta del Santo Cristo del Amparo. Disfrutemos del día, miremos el rostro del Cristo y descubramos en una lágrima, en una arruga nuestro fallo, nuestro dolor que ha causado nuestra vida.

 

+ Florencio Roselló Avellana, O. de M.

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad