Entrevista a Juan Pedro Arbizu, ponente del curso

badulesEL CUIDADO DEL CUIDADOR es el título del nuevo curso de Pastoral de la Salud que se imparte en el ISCR “San Francisco Javier” a partir del próximo 30 de septiembre en colaboración con la Delegación Diocesana  de Pastoral de la salud y Ancianos. José Ignacio Martín Badules.

Juan Pedro, en tu dilatada vida profesional como psicólogo en el acompañamiento a los enfermos y sus cuidadores, desde tu experiencia, ¿nos podrías definir brevemente qué se entiende por cuidador principal de una persona dependiente?

La persona de referencia en el cuidado  para el enfermo. El que dedica más tiempo y responsabilidad en el cuidado. Puede haber sido decidido voluntariamente o han sido las circunstancias y perfil el que lleva a una persona a ser cuidador principal.

Al hilo de la pregunta anterior, ¿Las características de los cuidadores son las mismas para las personas con diferente tipo de demencia o limitaciones?

Son referencia en el cuidado más las mujeres. Esposas, hijas o madres llevan mucha carga familiar cuando hay una persona con dependencia.

¿Qué repercusiones tiene sobre un cuidador la atención a una persona con demencia o limitaciones?

Depende de muchas circunstancias: qué tipo recursos personales o socio-familiares tiene, el estilo de personalidad… Un riesgo alto es el aislamiento social. También se puede dar una  sobreadaptación con posibilidades  de generar estrés, ansiedad o depresión. Asimismo hay que tener en cuenta las consecuencias físicas: muchas de las cuidadoras son mujeres con  edad y mayor vulnerabilidad a secuelas físicas.

¿En qué casos es necesario realizar un tratamiento psicológico al cuidador?

Cuando se observen síntomas asociados a un problema emocional o adaptativo. Dificultades en el sueño, ánimo bajo, irritabilidad permanente, ansiedad, angustia. Tiene dificultades relacionales. Cuando no encuentra sentido en su vida.

¿Qué papel juega la empatía en las labores diarias del cuidador?

Va a dar una calidad alta al cuidado. Genera una buena comunicación y, como consecuencia, mayor satisfacción y sentido del cuidado. Esa empatía es una cualidad que también debería sentir la cuidadora en las demás personas que le rodean. Deberíamos pedirla también a las instituciones.  Siento decir que habitualmente no es así. El cuidador, la cuidadora, habitualmente se siente sólo y poco apoyado.

¿El cuidador familiar puede sufrir un duelo con cada pérdida provocada por la enfermedad o demencia de su ser querido?

Así es.  Son perdidas graduales que se dan durante el proceso de enfermedad. En ese proceso hay que hacer un esfuerzo adaptativo a distintas situaciones. Pero también hay que poner la atención en las propias pérdidas que sufre el cuidador: su estilo de vida, su rol personal. Todo esto es compatible con la alta satisfacción que puede dar el cuidado a una persona querida. Es habitual percibirlo en las personas que están cuidando y encuentran un sentido en su relación de ayuda. Se puede sentir un gran enriquecimiento

¿Qué se entiende por buena salud emocional y que consejos darías para lidiar las emociones del día a día de un cuidador?

La salud emocional está integrada dentro de la salud general de la persona. Adaptarse a los problemas y dificultades que nos trae a todos la vida. Es sentirse feliz, entendiendo la felicidad en algo que tiene que ver mucho con las “pequeñas” cosas. Sentirse bien  consigo mismo. Ser consciente plenamente de cada momento de nuestra vida y vivir con sentido. Querer y sentirse querido.

Por último Juan Pedro, ¿qué mensaje darías a los cuidadores?

Como parte de la sociedad, primero  de agradecimiento. La sociedad actualmente se mantiene, sin duda, gracias a personas como ellas. También un mensaje de admiración. Y si se me permite, una recomendación de autocuidado. Sé que en cada caso particular esto puede ser difícil. Que pidan ayuda, que se apoyen en otras personas, que se dediquen el mayor tiempo posible. En definitiva que sean felices.

“El cuidado del cuidador». 4º Seminario de Humanización y Pastoral de la Salud. Los martes de 17.00 a 18.45, desde el 30 de septiembre hasta el 16 de diciembre (en el edificio del Seminario de Pamplona). Precio de la matrícula: 80 euros (948 29 11 00).

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