Peregrinación de jóvenes a Lourdes

“Genial”, “muy bueno, estupendo, maravilloso…”, “me ha encantado, ha sido muy profundo todo…”, “una gracia y gozo el compartir estos días juntos…”, “me lo he pasado super bien…al principio no pensaba venir, pero ha merecido la pena”, “repetiremos Dios mediante…”, “ha sido un honor cocinar para todos vosotros”; estas eran las valoraciones que hacían algunos de los cincuenta jóvenes recién llegados de su peregrinación a Lourdes, el pasado 13, 14 y 15 de febrero.

El origen de los jóvenes peregrinos era bien diverso: desde la Ribera (Tudela y Valtierra), hasta Bera de Bidasoa;  Scouts de Santa María de la Esperanza de Doniantzu de Zizur Mayor, chavales de la parroquia de la Paz, jóvenes de Pastoral Universitaria,  seminaristas… y a la cabeza de la peregrinación, el Obispo Auxiliar, D. Juan Antonio Aznárez. La fe común y una misma devoción a nuestra Señora la Virgen, dio unidad al grupo.

Alojados en la “ciudad de los jóvenes”, comenzamos nuestra estancia en Lourdes con una vigilia de oración por los cristianos perseguidos. Testimonios de los cristianos de Pakistán, Iraq…nos ayudaron a acercarnos a su sufrimiento y a contagiarnos de la fortaleza de su fe.  Ante Jesús Sacramentado rezamos por todos los ellos.

Al día siguiente entramos a Lourdes desde Bartrès. Cuatro kilómetros envueltos en la naturaleza de los pirineos, para meditar el Evangelio y compartirlo entre nosotros. Al llegar a Lourdes, visitamos los lugares más significativos de la vida de santa Bernardette, parroquia, casa natal, calabozo… hasta la Gruta, lugar de las apariciones y centro de Lourdes.

Tras comer, uno de los platos fuertes de la peregrinación, fue la visita a la Comunidad del Cenáculo. Un obra fundada hace más de 30 años por sor Elvira, religiosa italiana, que a día de hoy tiene más de sesenta casas repartidas por todo el mundo y donde se palpa “las maravillas de Dios”. Allí Vincenzo, Jordi y Antonio nos dieron su testimonio. Trabajo, fraternidad y oración, son los tres pilares donde cuarenta “chicos”, esclavizados por diferentes adiciones (no solo droga, pues también los hay adictos a Internet, sexo…), son sanados de raíz por la misericordia de Dios.

Por la tarde pudimos recibir el mismo abrazo que el Padre dio al  hijo pródigo en la penitencial que tuvimos antes de la Eucaristía. Que la mayor parte de las curaciones de Lourdes no son físicas se ve claramente en este sacramento, donde Dios sigue sanando a los leprosos y dando vida a los muertos.

Ya de noche y bajo la lluvia nos acercamos a la gruta a rezar con nuestras antorchas, el santo rosario…un colacao caliente y una animada velada puso fin a ese sábado intenso.
El día del Señor, acompañados por la hermana agua, acudimos al monasterio de las Hermanitas de Belén. Está a unos 8km. de Lourdes, en un paraje precioso. Allí vive un grupo de contemplativas alabando día y noche al Señor. Las hermanas Maitetxu y Saray, dos jóvenes religiosas pamplonicas nos dieron su testimonio. La alegría de sus rostros lo decía todo: “solo Dios basta”.

La misa dominical en el santuario, fue el broche final de un fin de semana de regalo en regalo. Soñando ya con la próxima peregrinación a Lourdes, le pedimos al Señor, por manos de María, el poner en juego tantos talentos recibidos.

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