«La fuerza del mensaje de Francisco está en su coherencia personal»

Juan Vicente Boo, corresponsal de ABC en el Vaticano, presentó el pasado jueves 26 de enero, en Pamplona, su libro ‘El papa de la alegría’, un trabajo que muestra la personalidad del Papa Francisco, así como los ejes de su pensamiento y sus directrices de actuación. Hablamos con él sobre su trabajo, su libro y sobre el Papa Francisco.


¿Por qué define a este Papa como “El Papa de la alegría”?
Porque es la original bandera que levantó en el pre-conclave ante los demás cardenales y la que propone continuamente a los cristianos, en primer lugar con su ejemplo. Su primer gran documento fue “La alegría del Evangelio”, después vino “La alegría del amor”, sobre la familia. A su vez, la encíclica ecológica “Laudato si” es, en cierto modo, “la alegría de la Creación”. Francisco sabe utilizar la alegría, la misericordia y la ternura como poderosas “palancas virtuales” con las que consigue resultados antes inalcanzables.

Usted que por su trabajo está habitualmente con el Santo Padre, ¿qué rasgos destacaría de él?
A mí me impresiona su sonrisa y su cariño cada vez que se acerca. Trata a cada persona como si fuera la más importante del mundo en ese momento. Me encanta su buen humor y su espíritu de optimismo a pesar de las dificultades. Francisco “esconde» bajo su sencillez una personalidad muy rica: la de intelectual profundo, hombre de gobierno, estratega, etc. Procura que no se note. Pero sus colaboradores se dan cuenta de que siempre va varias jugadas por delante de ellos en términos de visión y de proyectos.

¿El Papa es tal y cómo lo vemos a través de los medios?
Es mucho mejor. Su naturalidad, su sonrisa y su cariño por las personas es la que vemos en la televisión y las fotografías. Lo que los medios no pueden reflejar es su piedad, centrada en cuatro horas de encuentro directo con Dios cada día en la misa, la oración mental, el rosario, el Vía Crucis, el breviario, etc. Tampoco pueden reflejar los continuos encuentros de trabajo y los cientos de personas que recibe en su residencia de Casa Santa Marta. A los 80 años realiza un trabajo que desplomaría a dos personas de 40.

¿Cómo es trabajar de corresponsal en el Vaticano? ¿En qué se diferencia de trabajar en otros lugares?
Al cabo de 30 años como corresponsal en Bruselas, Hong Kong, Nueva York y Roma puedo decir que de la Unión Europea o de Naciones Unidas yo conocía un 80 por ciento de lo que sucedía en su interior. De la OTAN, un 60 por ciento. Del Vaticano, menos del 40 por ciento. Pero la gran diferencia es la calidad del “material de trabajo”. Observar a tres grandes Papas y viajar con ellos por el mundo es un privilegio, lo mismo que trabajar por el bien común o transmitir, en la medida de lo posible, riquezas de espiritualidad.

¿Cómo se articula la comunicación del Papa Francisco?
Siguiendo el ejemplo de san Juan Pablo II, Francisco tiende a comunicar con los gestos más que con las palabras. La diferencia, es que su exposición mediática es infinitamente mayor: largas conferencias de prensa en los aviones, docenas de entrevistas periodísticas, coloquios de preguntas y respuestas en muchos encuentros, en lugar de la lectura de un discurso… Es un comunicador nato, incluso en el estilo de sus tuits. Curiosamente, una persona que no ve la televisión, no utiliza tabletas ni móvil, es la que cuenta hoy con la mayor reputación en Internet. Y un último secreto: la fuerza del mensaje de Francisco está en su coherencia personal.

Desde su punto de vista, ¿qué es lo que falla en la comunicación de la Iglesia?
Hay bastantes deficiencias que se resolverían haciendo simplemente caso al Papa. En “La alegría del Evangelio” explica el modo de preparar buenas homilías. En su modo de aceptar todas las preguntas de los periodistas, sin que haya ningún tema tabú por escabroso que sea, enseña transparencia. Algunos de sus secretos provienen del Evangelio: utilizar imágenes y palabras encillas. Otros son de sentido común: las homilías y discursos cortos, centrados en un tema, son más eficaces que los largos.

En su libro dice que la curia vaticana ha puesto muchas dificultades a los esfuerzos del Papa Francisco por renovar la Iglesia. Denos algún ejemplo.
Sería poco elegante mencionar nombres pero, sobre todo al principio, algunos altos cargos siguieron con su actitud rutinaria sin reflejar el cambio hacia un estilo evangélico y cercano a la gente que pedía Francisco. Durante el Sínodo de la Familia, un cardenal redactó una carta condescendiente y casi insultante, que pasó a la firma de otros cardenales y después hizo pública para presionar al Papa. Ha habido algunos gestos de deslealtad que, por fortuna, son cada vez más aislados. Francisco insiste en mantener su norma de conducta: “Yo no corto cabezas”.

¿Cree que el Papa haría más cosas si no fuera por estos miembros de la curia?
Con el paso del tiempo, esas personas se han dado ya cuenta de que Francisco necesita la curia mucho menos que sus predecesores. Habla directamente a los católicos y al mundo. Se podría decir que ni siquiera necesita portavoces, pues su mensaje es muy claro.

¿Qué temas son los que más preocupan al Papa Francisco?
Más que temas le preocupan personas, concretamente, la que sufren: los refugiados, las víctimas de los bombardeos o los terremotos, las victimas del trabajo esclavo, de la prostitución forzada… Si uno considera que el principal mandamiento incluye “amar al prójimo como a uno mismo”, esos casos saltan a la vista. Por esos, los “temas” que le preocupan no son teóricos sino prácticos: las guerras, la explotación, la corrupción, la persecución religiosa, el clericalismo, el egoísmo…

En su libro habla de los abusos a menores, ¿Cómo está viviendo el Papa esta dolorosa situación?
Francisco ha multiplicado el esfuerzo de limpieza que puso en marcha con notable energía Benedicto XVI. Sigue reuniéndose con víctimas y expulsando del sacerdocio a los abusadores pero, sobre todo, ha creado una Pontificia Comisión de Protección de Menores para educar a la Iglesia y la sociedad civil en las áreas de prevención. Y ha dejado claro que pedirá cuentas a los obispos que sean negligentes en hacer frente a estos delitos. Ha llamado la atención a varios y ha cesado a uno.

A lo largo de sus 18 años como corresponsal en el Vaticano le ha tocado tratar con los tres últimos papas, ¿cuáles son las diferencias más destacadas entre ellos?
Si Francisco es “El Papa de la alegría”, Benedicto XVI podría considerarse “El Papa de la verdad” y san Juan Pablo II “El Papa del valor”. Las diferencias de carácter son muy notables: Juan Pablo II era un “hombre de hierro” en cuanto a su fortaleza. Benedicto XVI era el “Papa profesor” y se notaba en toda su actividad. El papa alemán era tímido, el argentino es extrovertido. Pero los tres tienen un rasgo en común: el amor a Dios y a cada persona con un corazón gigantesco.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Me gusta ver el mundo desde la óptica del bien y de la ayuda a los demás, después de haberlo visto durante años desde la óptica de la economía o la defensa. También disfruto la riqueza histórica, artística y espiritual que se nota en el Vaticano. Pero, sobre todo, me gusta la cercanía a esas personas que han aceptado un trabajo dificilísimo: ser sucesores de un humilde pescador de Galilea.

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