Día del Niño por Nacer

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El pasado 25 de marzo se celebró el “Día del Niño por nacer”, por este motivo, el Obispo misionero, Mons. Rafael Cob García, Vicario Apostólico de Puyo, en Ecuador, envió a nuestro Arzobispo, Mons. Francisco Pérez, como Presidente de la Comisión Episcopal de la Conferencia Episcopal Española, la siguiente reflexión que ofrecemos a continuación:

 

Día del Niño por Nacer. No al aborto sí a la vida:

Un año más 25 de marzo estamos celebrando el día del Niño por nacer, para conmemorar, promover y defender la vida humana desde su concepción en el vientre de la madre hasta la muerte natural. Y lo hace justo en este día 25 de marzo en que la Iglesia conmemora la fiesta de la Anunciación a la Virgen María y la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María. La Iglesia defensora de la vida quiere bendecir a todas esas madres que defienden la vida desde su vientre.

En medio de tantas amenazas de muerte, hoy, levantamos la voz en defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte. En un mundo que se dice ser progresista, su progreso es un retroceso negando la vida, inicio de todo progreso, aprobando leyes como la del aborto del niño por nacer, trasgrediendo el primer derecho natural de la persona: el derecho a nacer y a vivir. Trasgrediendo el 5º mandamiento de la ley divina que dice no matar.

Cuando nos quejamos de un mundo cada vez más violento, nos olvidamos de esta gran violencia contra el más inocente, del niño por nacer, inocente e indefenso.

Nos escandalizamos de la matanza de un francotirador que mata a gente sin control, pero hoy se está matando a personas a través del asesinato del aborto. Sin juicio ni defensa se condena a morir a un inocente con alevosía y premeditación. Gobiernos que aprobando leyes, que van contra la vida, se erigen juez de lo más sagrado: la vida humana que solo corresponde a Dios que es el que la crea y la da.

En este “Día del niño por nacer” queremos levantar nuestra voz en defensa de tantos sueños y proyectos posibles, de niños que podrán ser en el futuro, grandes genios de progreso social, económico, intelectual o cultural, grandes santos, grandes científicos, grandes artistas…

Decimos que nuestro planeta se está autodestruyendo por la falta del cuidado de la naturaleza, por el desequilibrio ambiental, por el cambio climático y otros cuantos males. Pues hoy queremos también decir que el ir contra la vida de un niño por nacer es también la autodestrucción de la vida y de la familia, de los pueblos y del planeta.

En este día del “Niño por nacer” no queremos privar al mundo de la sonrisa de los niños, de la esperanza del mundo, del amor del matrimonio, de tantos sueños que podrán hacerse realidad sino truncamos la vida en el seno de tantas madres embarazadas, siendo el santuario de la vida donde llevan lo más sagrado en su propio cuerpo: la vida de sus hijos.

No vale decir que somos dueños de nuestro cuerpo y que por ello hacemos lo que nos parece con él. Nadie es dueño del cuerpo de nadie, por ello debemos respetar el cuerpo de los demás y el propio. Como podrá una persona exigir el respeto a su vida sino respeta él la vida de los demás.

No puede ser que la culpa de los padres o madres egoístas que desean abortar a sus hijos, la paguen los hijos inocentes que tienen derecho a nacer. Levantamos la voz en defensa de la vida humana, que es lo primero que debemos defender frente aquellos que condenan a morir, por el aborto, a un niño inocente aun no nacido, pero que vive en el vientre de su madre, frente a una sociedad que ha perdido el rumbo y el norte de su caminar. Una sociedad que se encamina a la exterminación y el suicidio, que pierde su humanidad, su sensibilidad y ternura, su capacidad de saber escuchar, contemplar y admirar el gran milagro de la vida. Una sociedad que descarta y margina, que quiere estar por encima de las leyes universales marcada por Dios.

Es necesario aprender a ser madres y padres responsables, es necesario aprender a amar la vida, a formar familias donde el amor es capaz de superar cualquier adversidad. No podemos negar lo que es sangre de nuestra sangre. No debe la persona aborrecerse a sí misma.

Pedimos a todas las autoridades y organismos, que se consideren personas de bien, que defiendan la vida, para que luchemos juntos a favor de la vida por nacer y en contra de leyes de muerte como el aborto y amenazas contra la familia.

Pedimos a Dios, autor de la vida, que escuchemos su voz en nuestras conciencias para no matar a vidas inocentes. ¿Dónde está tu hermano Abel? Que sepamos que el Creador de la vida nos pedirá justicia más allá de la muerte. Nunca más muertes de niños inocentes por nacer. ¡¡Viva la Vida!! Desde su concepción hasta la muerte natural.

Los niños son como el reflejo del rostro de Dios. Mírales a sus ojos, “cuidado con despreciar a uno de estos más pequeños, les digo que sus ángeles contemplan el rostro de mi Padre del cielo” (Mt.18,10). Cada niño refleja en sus ojos la bondad, la inocencia y la verdad. Custodiemos la vida en medio del misterio que no podemos comprender y del futuro que no podemos ver.

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