La gran fiesta de la Resurrección del Señor

Pasadas las once y media de la mañana, con cambio de horario y recorrido como consecuencia de la ausencia del Arzobispo don Francisco, que se encuentra de reposo por prescripción médica, salía en procesión, desde los locales de la Hermandad del Señor, la procesión del Resucitado.

Esta imagen, cedida por la Catedral de Pamplona, será la última vez que procesiones por las calles de Pamplona el Domingo de Resurrección, ya que la Hermandad ha encargado una imagen propia, que estará lista para la procesión del próximo año.

Iniciaba la procesión las banderas de las cofradías de Pamplona, seguidas del grupo de romanos, las tres Marías, el Paso y la Junto de Gobierno, con el capellán, Juan Luis Lorda. Bajando por la calle Javier y recorriendo la calle Merced y Curia llegaba a la Catedral de Santa María la Real, donde, a las puertas de la seo era recibido por el Deán de la Catedral, don Carlos Ayerra Sola, quien presidió la celebración, sustituyendo al Arzobispo don Francisco.

Ya en el interior del templo, la imagen del Resucitado se colocó junto al presbiterio, momento en el que comenzó la Eucaristía.

Esta solemne celebración de Pascua, de gran alegría para los cristianos, contó con la bella música de la Capilla de Música de la Catedral, dirigida por el Maestro de Capilla, Aurelio Sagaseta, y acompañada al órgano por Julián Ayesa.

Don Carlos Ayerra comenzó su homilía agradeciendo la labor y la presencia de todas las personas que han hecho posible, a lo largo de estos días, que haya podido vivido una auténtica Semana Santa, desde el traslado de la Dolorosa hasta hoy. En nombre del Arzobispo dio un mensaje de felicitación pascual para todos los diocesanos y deseó a don Francisco una pronta recuperación.

A continuación, don Carlos ha explicado que hoy era el día en el que actuó el Señor. “Éste es el día, el día por excelencia, porque la luz que lo ilumina, Cristo, luz del mundo, no conocerá su ocaso. Esta luz, que en la Vigilia Pascual rompía la oscuridad de la noche en la que el mundo está sumido, esa luz que siempre brillará iluminando nuestras vidas, llenándolas de alegría, rescatándolas de la inseguridad, de las dudas y de los miedos. Hermanos, ¡Cristo ha resucitado! La muerte ha sido vencida. Nuestra esperanza y nuestros más íntimos deseos se han visto en eta noche santa confirmados. Cristo, Rey vencedor de la muerte, te adoramos y te bendecimos”.

Además, ha explicado que el amor permite ver lo que la sola razón no alcanza a ver, por eso “te digo que ames al Señor y tú también verás. Ama y verás, amas y entenderás lo que otros, aun teniendo ojos abiertos y siendo más inteligentes que nosotros, ni ven, ni entienden”.

Finalmente ha señalado que la tarea fundamental del apóstol san Juan es la de ser “testigo de la vida, testigo de la muerte y testigo de la resurrección del Señor”. “Y ésta es la tarea de la Iglesia. Ser testigos de la Resurrección”. Y explicó que para serlo auténticamente es necesario, como primer requisito, “haberlo visto, conocerlo personalmente. Y lo conocemos en la Palabra que asiduamente escuchamos y meditamos. Y también en los sacramentos, en la oración y en los hermanos. Conocerlo de primera mano, no de oídas, conocerlo y amarlo, ser amigos del Señor, convivir, tener su misma vida, llegar a ser una sola cosa con Él, identificarnos con Él.”

Tras la celebración, el Paso del Resucitado abandonaba la seo pamplonesa para volver a los locales de la Hermandad y despedirse así de los pamploneses, que el próximo año disfrutarán de una nueva figura, creada por el escultor Rafael Martín Hernández.

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