Peregrinación diocesana a Lourdes

El pasado 3 de junio salió dese Pamplona la tradicional peregrinación diocesana de enfermos al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Una peregrinación encabezada por el Arzobispo don Francisco Pérez, con la participación de 44 enfermos y 70 voluntarios, entre los que se encontraban religiosos, seglares y sacerdotes, como el Capellán del Complejo Hospitalario de Navarra, José Ignacio Martín Badules.
El autobús salió desde Pamplona haciendo una parada en Elizondo, para visitar la residencia de ancianos de la localidad, donde el Arzobispo D. Francisco presidió la Eucaristía, concelebrada por el párroco de Elizondo, Javier Azpiroz, el vicario parroquial, Jonatan Ruiz, y el Delegado Episcopal de Salud, José Ignacio Badules. Tras la celebración, se compartió una comida y se puso rumbo a Lourdes. Una vez en Lourdes, y tras ocupar las habitación y cenar, los asistentes pudieron participar en la Procesión Mariana de las Antorchas.
Al día siguiente, el día 4, a primera hora de la mañana, el Arzobispo don Francisco presidió una Eucaristía en la Gruta de la Virgen de Lourdes, junto José Ignacio M. Badules. El Arzobispo tuvo un recuerdo especial a los Monasterios Contemplativos, al coincidir con la fiesta de la Santísima Trinidad. Posteriormente, los peregrinos navarros participaron en el Vía Crucis de los Enfermos. Ya por la tarde, acudieron a la Adoración y a la procesión con el Santísimo, que el Arzobispo don francisco presidió en la basílica de San Pío X.
En el tercer día y último de la peregrinación diocesana a Lourdes, acudieron a la Capilla de Santa Bernardette donde participaron en una Eucaristía, presidida por don Francisco Pérez, en el marco de la cual recibieron el sacramento de la Unción de Enfermos. Entre los que recibieron este sacramento se encontraba nuestro Arzobispo, que a sus 76 años quiso recibir la Unción de Enfermos.
Durante la homilía, el Arzobispo recordó que la oración nos sitúa en aquello que somos como “hijos de Dios” y que teniendo a Dios como padre nada debemos temer. Además, explicó que “la enfermedad nos acompaña muchas veces y la mejor medicina, además de la corporal o sicológica, es la espiritual, que nos serena y nos ayuda a aceptar los momentos de vulnerabilidad”.
Al terminar la celebración, don Francisco quiso dar las gracias a los Hermanos y Hermanas de la Hospitalidad, a los voluntarios y a todos los que, como enfermos, vivieron gozosamente esa peregrinación diocesana.
Una peregrinación que sirvió para rezar ante la Virgen de Lourdes y fomentar la devoción a Ella, que como Madre, alivia, alienta y fortalece. ❏

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