«En cada víctima de trata está el rostro de Cristo»

“Caminando por la dignidad: escuchar, soñar, actuar» fue el lema de la X Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas 2024, que se celebró el pasado 8 de febrero. Una Jornada instaurada en el año 2015 por el Papa Francisco con motivo de la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa víctima de la trata y símbolo universal del compromiso de la Iglesia contra esta lacra.

El Papa Francisco, durante el Ángelus del 4 de febrero, invitó a todos a luchar contra esta lacra social, afirmando que “todavía hoy, muchos hermanos y hermanas son engañados con falsas promesas y luego sometidos a explotación y abusos. Unámonos todos para luchar contra el dramático fenómeno global de la trata de seres humanos”.

Por este motivo, desde el Secretariado de Migraciones, Refugiados y Trata de la Diócesis de Pamplona y Tudela y Villa Teresita, fraternidad de vida consagrada que lucha contra la exclusión y la pobreza, la prostitución y la trata de seres humanos, se organizó una Vigilia de Oración, ese mismo día 8, en la capilla del Seminario Conciliar de Pamplona, para pedir por el fin de la trata de personas.

Al inicio de la Vigilia, en la que se intercalaron ratos de oración, con cantos del grupo Betel y lecturas de la vida de Santa Josefina Bakhita, José Manuel García de Eulate, delegado del Secretariado de Migraciones, Refugiados y Trata de la Diócesis, pidió rezar por las víctimas de la trata, pero también por los prostituyentes, por los victimarios y por las mafias. “Vamos a pedir al Señor que convierta el corazón de aquellos que creen que pueden utilizar a las personas con finalidad de extracción de órganos, con finalidad de explotación sexual, etc.”.

Al término de la celebración, don Florencio ofreció unas palabras a los asistentes que reproducimos a continuación:

 “Conocí una chica en la cárcel, víctima de trata, y para liberarse de la red entró en la cárcel. Y me dijo: “Padre, me siento libre en la cárcel”. No me lo han contado, lo viví yo.

Durante 12 años, del 2003 al 2015, cuando era Provincial de los Mercedarios, viajé por Latinoamérica y África. En los corredores de Centroamérica hay mucha víctima de trata. Recuerdo que en Guatemala, cuando fui a visitar a un compañero, inauguramos una casa para mujeres víctimas de trata y la bendije. Era una casa dentro de la ciudad, pero anónima, y allí había 3 muchachas, 2 del Salvador y una de Guatemala. Estaban felices porque la Iglesia había hecho posible que pudieran salir de la red, había hecho que pudieran ser libres, pero sobre todo, estaban contentas porque les trataban con dignidad.

La trata, como hemos escuchado, anula las dignidades, las voluntades, las esperanzas… Como ha dicho José Manuel, podemos tener la trata muy cerca, no es solo en África o Centroamérica, la trata está aquí y en Europa mueve muchísimo dinero.

La Iglesia tiene que ser esa voz y esa conciencia que despierte a mucha gente para luchar contra la trata. En cada víctima de trata está el rostro de Cristo. Ayudar a una víctima es ayudar al mismo Cristo.

Hay que seguir visibilizando, rezando y por qué no, luchando. Gracia y mucho ánimo». ❏

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