Un minusválido puede ser feliz

Dios nos ha creado porque nos ama y para que seamos felices. Ahora bien nos encontramos ante la incapacidad física de unos y la capacidad de otros. Esto provoca una cierta perplejidad a la hora de valorar la igualdad en el ser humano.

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Soy un miembro de la ‘Fraternidad cristiana de enfermos y minusválidos, La FRATER, y quería preguntarle: Un minusválido ¿puede ser feliz?

Dios nos ha creado porque nos ama y para que seamos felices. Ahora bien nos encontramos ante la incapacidad física de unos y la capacidad de otros. Esto provoca una cierta perplejidad a la hora de valorar la igualdad en el ser humano. La pregunta suele ser siempre la misma: Si Dios nos quiere a todos por igual ¿por qué permite éstas diferencias? La respuesta no se puede dar con facilidad puesto que son misterios insondables que nunca dilucidaremos convenientemente. No obstante ante la situación que, a cada uno, le toca vivir se ha de afrontar la enfermedad o la incapacidad primero asumiendo tal situación y segundo aportando lo que a uno le sucede en comunión con la vida en Jesucristo que ha padecido y sufrido por nosotros.
Ya es muy común en el ambiente de la medicina considerar que la enfermedad, aún siendo algo objetivo, no reside tanto en lo que uno padece sino en lo que uno no sabe sobrellevar o asumir puesto que se retrae ante la contradicción. Quien la sabe aceptar con realismo tiene más salud que quien no la asume.
La felicidad nace desde el momento que uno se acepta a sí mismo y pone lo mejor de sí en bien de los demás. Esto es lo que pretende la FRATER que es un Movimiento cristiano a nivel internacional. Nació en la ciudad francesa de Verdún, en 1942. Monseñor Henry Francois, estando hospitalizado, tuvo la idea de ponerse en contacto con unos enfermos minusválidos y comenzaron a relacionarse entre ellos.
Para ellos todo cambió desde entonces; se animaban, se alegraban entre ellos, se pusieron a dejarse interpelar constantemente por la Palabra de Dios. De ahí nació una amistad y una intercomunicación que fueron los pilares fundamentales. También formaron parte de este movimiento personas que no son enfermas físicas ni disminuidos físicos.
La vida cristiana nos ayuda a ver lo que nos rodea o sucede, en la vida, con una luz nueva. Basta mirar a los demás o ponerse en el lugar del otro que inmediatamente surge, en lo más profundo, una felicidad que hace saltar por el aire todas las tristezas. Jesucristo nos lo enseña desde su ejemplo y entrega por amor. El hecho de vivir en pequeño grupo o en pequeña comunidad hace que cada miembro se comunique con los demás; el mayor obstáculo para ser felices es cuando nos encerramos en nosotros mismos y no abrimos el corazón para vivir en caridad.
La FRATER tiene ya un buen recorrido. En Navarra está constituida desde hace muchos años como grupo. Felicitamos la buena labor que han desarrollado durante tantos años y deseamos que todo revierta en bien de aquellos que nos consideramos más válidos pero esto no quiere decir que estemos más sanos y para que tomemos conciencia de ayudar a aquellos que por su situación especial más nos necesitan.

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