Apertura del curso de CONFER Regional de Navarra

Todavía dentro del gran acontecimiento del Año de la Vida Consagrada y como respuesta a un deseo reiteradamente expresado, CONFER REGIONAL DE NAVARRA fija en Calendario la celebración del comienzo de curso en Tudela-Tulebras, ya que nuestra Diócesis es Pamplona-Tudela.
Arte, expresión de fe catequética, celebración, vivencia profunda y mesa compartida era nuestro plan, cuando el Papa Francisco nos hace una petición para ese día 12: orar para que los líderes de UE, el día 14 de septiembre en su reunión “brinden una respuesta humanitaria: generosa, que ponga la vida y la dignidad de las personas en el centro”. Este espíritu e intención cruzó transversalmente nuestro encuentro desde que ofrecimos el día al comenzar el peregrinaje, y nos ayudó a estar centrados en nuestro hoy.
Partimos de Pamplona 68 hermanas/os y nos encontramos en Tudela con los de la zona de la Ribera de Navarra en la Catedral, Capilla de santa Ana – Patrona de la Ciudad -. Allí participamos en la Eucaristía, presidida por nuestro Presidente, Ángel Ortiz de Urbina (Jesuita) y por Daniel Castillo (Escolapio). Sencilla, honda, fraterna, serena, armoniosa… y sin olvidar ese deseo de respuesta generosa, comprometida y coordinada al llamamiento del Papa.
La visita guiada al Claustro de la catedral, recientemente inaugurado, La Puerta del Juicio y el interior de la misma, fue una catequesis viva de Sagrada Escritura y Teología pues la guía fue capaz de contagiarnos con lenguaje vital, actualizado y extraordinariamente sabio y sencillo, la expresión artística de capiteles, pórtico y altares, con toda su riqueza e historia.
Después, Tudela que estaba de fiesta joven, nos permitió contemplar el ambiente, pudimos ver otros museos y/o pasear por la orilla del Ebro.
La comida fraterna era en la casa de Ejercicios de las Esclavas de Cristo Rey. Armonía, pluralidad, alegría… y después, breve paseo o siesta.
Partida hacia Tulebras, donde viven 20 monjas Cistercienses. Una buena “cicerone” nos contagió la vitalidad del monasterio y de su pequeño pero precioso Museo: arte, historia y vida eran un todo.
Puntualmente nos esperaba la oración de la tarde, liturgia preparada con mimo por la Comunidad. El coro, pleno de monjas y religiosos/as. La Iglesia románica, a rebosar. Se incorporaron los Agustinos de Monteagudo – Comunidad religiosa en la que hay 9 novicios –. Compartimos la oración en ese contexto sobrio y religioso del ambiente cisterciense y, bien centrado con las palabras de la Abadesa, Pilar Germán que nos decía: “En nombre de la comunidad os doy la bienvenida al Monasterio de Santa María de la Caridad, Tulebras, nuestra casa. En esta tarde nos unimos a tantos hermanos y hermanas nuestras que hoy también se unirán para orar con una intención concreta: pedir al Señor de la Paz, Paz para nuestro mundo herido por el azote de la violencia; pedir también por los que a causa de esta violencia son perseguidos y algunos brutalmente torturados hasta la muerte; por los que buscando un porvenir salen de su tierra buscando un refugio, un nuevo hogar; por los que conviven en situaciones de inseguridad, pobreza y violencia.” Se encendió el lucernario como símbolo de Cristo LUZ y PAZ , y nos fuimos sintiendo en comunión de fe y amor: pluralidad de carismas pero un mismo Espíritu y, de fondo, la llamada del papa Francisco: hacer presencia de nuestros hermanos refugiados, de lo que supone la migración para una Iglesia sin fronteras, la llamada a abrir las puertas del corazón y de la casa, y el reto de ir fundamentando la “cultura del encuentro”.
Fuimos desgranando himno, salmos, cántico, Palabra, y súplica: Dios, peregrino, danos vida en abundancia” y, cómo no, canto final a María a quien contemplamos al mismo tiempo que veíamos brillar la luz del lucernario.
Feliz momento este en el que parece que se une lo humano y lo divino y sabemos que Dios está en medio de nosotros.
Y todavía nos esperaba el “ágape” fraterno, en el que compartimos esas delicias fruto del trabajo de las hermanas (y don de Dios), y que dio lugar a la relación con todos y todas, el trato sencillo y cordial como el del amigo con el amigo.
Un buen día para recordar (pasar por el corazón) y para nuestra propia historia personal. Un muy feliz comienzo de curso. A Dios sea nuestra acción de gracias.

 

 

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