“La Consagración al Corazón de Jesús es tomar conciencia de que mi vida es con Él”

El Obispo de San Sebastián, Monseñor José Ignacio Munilla, ofreció una conferencia en el Palacio Decanal de Tudela sobre la celebración del Centenario de la Consagración del Corazón de Jesús.

El 30 de mayo de 1919, es decir, hace 100 años, tuvo lugar la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles (Getafe). Don José Ignacio Munilla, quien recordó que será el 30 de junio, un mes más tarde, cuando se celebre la renovación de esta Consagración, llenó el pasado 29 de mayo el salón de actos del Palacio Decanal de Tudela para ofrecer una conferencia sobre este tema de candente actualidad.

En su intervención aseguró que “la devoción al Corazón de Jesús tiene una gran actualidad para la sanación de las heridas que el ser humano sufre por su incapacidad de amar, por esa auto contemplación continua de pensar solo en el yo”.

Afirmó que “nuestra cultura, por haberse alejado de Dios, tiene muchas heridas afectivas”, causadas por las “infidelidades”. Por la sensación de que “estamos siendo utilizados, de que no existe un amor fiel, de que cada uno va a lo suyo. Este mundo se caracteriza por una herida muy grande del narcisismo por falta de autoestima. Existe una conciencia de que nuestro corazón está herido. Y para salir de esta situación se necesita de un amor maduro, capaz de darse y entregarse. No hay otra manera de superar tantas heridas”.

Manifestó que “hemos visto generaciones”, como por ejemplo la postguerra vivida hace unas décadas en España, “que luchaban por la supervivencia, que confiaron en Dios, lo dieron todo, y fueron felices. Y sin embargo, después, cuando ha venido el bienestar, ha faltado esa confianza en Dios, nos hemos sentido ridículamente seguros de nuestra abundancia, y de repente nos hemos olvidado de que uno solamente es feliz cuando se olvida de sí mismo y se ha entregado a los demás. La auto contemplación y el ponernos en el centro del universo, nos hace sentirnos muy desgraciados. La felicidad no se alcanza cuando se pone como meta. El que tenga como meta ser feliz va a ser un desgraciado. La felicidad es una consecuencia de haberse olvidado de sí mismo, para entregarse a los demás. Entrégate a los demás y la felicidad vendrá como consecuencia”.

Don José Ignacio Munilla aseguró que nuestra vida, para que sea plena, hay que dirigirla hacia Jesús. “Con Jesús quiero buscar la voluntad de Dios y con Jesús puedo encontrar la voluntad de Dios. Con Él, por Él y en Él es cuando nuestra vida espiritual alcanza verdadero sentido”.

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