Septiembre de 2014
“Porque estoy convencido de que los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria futura que se va a manifestar en nosotros” (Rom 8,18).
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Los dolores, sufrimientos y padecimientos son muchos. Toda persona sufre, en sus propias carnes y realidades que le rodean, circunstancias que le hacen sufrir. Se puede optar por asumir o por “dejar pasar” y desentenderse. Lo primero es propio del creyente, lo segundo es una manifestación clara de egoísmo redomado. Ante el dolor siempre lo hemos de dar su justa medida y aliviar, al que sufre, como expresión del amor cristiano. Cuando el sufrimiento nos visita lo hemos de asumir abrazando a Cristo Crucificado que ha llevado sobre si, en la Cruz, todos nuestros padecimientos y después poner todos los medios humanos para aliviarlo o curarlo.
Quien ama no se desentiende sino que atiende. Cada uno desde su posición y con toda la generosidad posible. Pensemos en lo que sufren tantos cristianos perseguidos y maltratados a raíz de su profesión de fe. En Irak vienen decapitados o crucificados simplemente por ser creyentes en Jesucristo. Según las últimas noticias, de la ONU, hay más de un millón de personas desplazadas internamente en Irak y al menos diez mil refugiados iraquíes en Siria, como resultado del Estado Islámico. ¿Qué podemos hacer? El Papa Francisco nos invita a movilizarnos para que recemos y cooperemos económicamente.
¿Y los que sufren esta situación? Nos llegan noticias de que ponen su mirada en Dios y en “la gloria futura que se va a manifestar”. Mueren creyendo en el Cielo. No desesperan sino que esperan.
TEMA DE MEDITACIÓN Y REFLEXIÓN:
El Papa Francisco ha escrito una carta al presidente de Irak: “Me dirijo a usted con el corazón lleno de dolor mientras sigo el brutal sufrimiento de los cristianos y de otras minorías religiosas obligados a abandonar sus casas, mientras sus lugares de culto son destruidos…”. Que se haga todo lo posible para resolver esta crisis tan horrible y que reine la fraternidad humana.
COMPROMISO PARA EL MES DE SEPTIEMBRE:
Rezar cada uno de nosotros por la paz y tener vigilias de oración en las parroquias, movimientos, asociaciones y Hermandades. Colaborar con Cáritas diocesana económicamente y enviar lo recaudado a los que sufren.