Devoción navarra a la Virgen del Pilar

El 12 de octubre se celebra la fiesta de la Virgen del Pilar, patrona de la Hispanidad, cuya devoción está muy extendida en nuestra diócesis desde los tiempos de la reina doña Blanca de Navarra.

La devoción a la Virgen del Pilar, según cuenta la leyenda, se remonta al año 40, cuando, de acuerdo con la tradición cristiana, el 2 de enero la Virgen María se apareció a Santiago Apóstol en Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza «en carne mortal» —antes de su Asunción— y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como «el Pilar». Este testimonio es recogido por la Magna Moralia de San Gregorio Magno, documento que se custodia en el Archivo del Pilar. Otros textos también afirman la predicación del apóstol en Hispania: el Breviarium Apostolorum, San Jerónimo en sus comentarios al Evangelio, San Isidoro de Sevilla en “De ortu et obitu patrem” y el beato de Liébana en sus “Comentarios al Apocalipsis”.

Según el relato, Santiago y los siete primeros convertidos edificaron una primitiva capilla de adobe a orillas del Ebro, a petición de la Virgen: “Te ruego que una de las ciudades de España, adonde mayor número a la fe convirtieres, allí hagas una Iglesia en mi memoria, según yo te he mostrado”. En el siglo IX el templo fue sustituido por la iglesia mozárabe de Santa María. Siglos más tarde, tras la conquista de la ciudad (1118) por Alfonso I El Batallador, se erigió el templo románico y posteriormente la colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor, un centro mariano exclusivamente. En siglo XVIII se construyó la monumental basílica. La devoción mariana comenzó en los albores del siglo XIII, cuando comenzaron las primeras peregrinaciones a Santa María la Mayor.

La Virgen del Pilar es la patrona de la Hispanidad, de la ciudad de Zaragoza y de la Guardia Civil. Su devoción ha tenido también un gran recorrido en Navarra. Se comprueba tal aserto por el número de capillas, ermitas, cofradías, imágenes o retablos. Varias localidades navarras han tenido vinculación con Ella: Tudela, Sangüesa, Tafalla, Falces, Arróniz, Lerín, Azagra, Murchante, Cortes, Valle de Aranguren, Lecumberri, Garzain, Navascués, Otiñano, Osquía, Ciga, Artajona, Santacara, Lacunza, Cascante, Valtierra, Cirauqui, Maya, Viana, Estella, Urroz-Villa, Corella, Puente la Reina, Pamplona…

La vinculación histórica de Navarra y el Pilar tiene su origen en la Baja Edad Media. La reina Doña Blanca se sintió enferma perdiendo el habla y el conocimiento e invocó a la Virgen del Pilar que le respondió: “Sirvienta mía, doña Blanca, arrimadvos a aqueste pilar mío e habréis salud”. Al instante la Reina recuperó el habla y la consciencia. En agradecimiento, la Reina, acompañada por el Príncipe de Viana, peregrinó a la basílica de Zaragoza del 13 de julio al 10 de setiembre de 1433, como viene recogido en el pergamino manuscrito del siglo XIV “Libro de los Milagros”: “A la Virgen del Pilar la Reina Dñª Blanca de Navarra agradece su salud”. De hecho, la mismísima imagen de Zaragoza es una escultura de estilo gótico francoborgoñón de hacia 1435, atribuida al imaginero de Daroca Juan de la Huerta, que, probablemente, fue donada por Dalmacio de Mur con el mecenazgo de doña Blanca de Navarra.

Con ocasión de su peregrinación, la reina de Navarra también fundó una cofradía u orden caballeresca a la que podían pertenecer junto con el Príncipe, quince varones y nueve damas. La divisa es una banda azul con un pilar de oro esmaltado en blanco y alrededor la leyenda “A ti me arrimo”. Fue renovada en 1988 y tiene actualmente su sede en la capilla del Pilar de la parroquia de San Nicolás (Pamplona). Su función es garantizar el esplendor e impulso devocional y de ornamentación en el culto a la Virgen del Pilar. A ambos lados del Atlántico surgieron, al modo de los Caballeros del Pilar de Blanca de Navarra, asociaciones y caballeros del Pilar. En 1679, se fundó la Cofradía del Pilar en el convento de San Agustín de Pamplona.

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