Nuevos mártires beatos navarros en el Año de la Fe (IV)

En esta publicación hablamos de las vidas de los dos mártires navarros que serán beatificados el próximo 13 de octubre, pertenecientes a la orden de los Redentoristas.

Redentoristas       
Los Redentoristas tuvieron un total de 21 mártires en la persecución religiosa durante la II República, de los que una tercera parte eran navarros. El próximo 13 de octubre serán beatificados los 6 redentoristas martirizados en Cuenca, entre ellos dos navarros.

JAVIER GOROSTERRAZU JAUNARENA

redentoristaNació en Urroz de Santesteban el 28 de agosto de 1877, hijo de José María Gorosterrazu y María Tomasa Jaunarena. Toda la familia hablaba en vascuence. Durante dos años, trabajó como pastor, cuidando los rebaños de su abuelo. Mientras las ovejas pacían la hierba él se rezaba una porción de rosarios.
A los 16 años ingresó como postulante en el convento de Astorga de la Congregación del Santísimo Redentor, a la que había conocido con motivo de unas misiones predicadas por los redentoristas cerca de Urroz. Lo hizo como hermano lego, pues no contaba con estudios previos y apenas hablaba el castellano. Profesó tres años después, en 1896. Sin embargo, ya en el noviciado dio muestras de su notable inteligencia, por lo que prosiguió los estudios y fue ordenado sacerdote el 28 de diciembre de 1903. Ejerció como  profesor en El Espino y en Astorga. En 1913 fue destinado a Pamplona, con gran alegría suya por venir a su tierra, donde permaneció hasta 1930. Predicaba, unas veces en vascuence y otras en castellano, por los pueblos de Navarra. Fue un gran apóstol y un gran misionero. Tenía una simpatía innegable en el trato, lo que le valió numerosísimas amistades y era continuamente solicitado para charlas, retiros y ejercicios espirituales. Su mayor prestigio se lo ganó en el confesionario, por sus dotes extraordinarias de consejero y director espiritual. Fue hombre de gran talento y erudición, con numerosas publicaciones, entre ellas “Don Rodrigo Jiménez de Rada” y “Noticia de las dos vasconias”. Al morir estaba preparando un estudio histórico sobre el cardenal navarro Bartolomé de Carranza.
El 6 de enero de 1933 salió para Cuenca con carácter provisional. Allí encontraría el martirio. La persecución religiosa comenzó ya el 1 de mayo de 1936. La comunidad redentorista de San Felipe Neri tuvo que dispersarse. Él salió 22 de julio, dirigiéndose a casa del seglar Elpidio Miranzo, amigo de la comunidad. Permaneció allí hasta el día 28. Los registros hacían peligrosa su presencia. Ese día se trasladó al Seminario diocesano, donde se encontraba refugiado el obispo, rodeado de numerosos sacerdotes, estando su custodia encomendada a la Guardia Civil. Su vida en el seminario fue ejemplar: dirigía pláticas a las religiosas, las animaba a morir por la fe y las confesaba todas las noches para estar mejor preparadas. Tenía la certidumbre de su próximo sacrificio, como lo manifestó varias veces en sus pláticas a las religiosas. A las dos de la mañana del 10 de agosto, su sobrina religiosa lo vio salir desde el asilo, contiguo al seminario, escoltado por milicianos del Frente Popular, que lo ejecutaron junto a una fuente próxima al cementerio. Tenía 58 años de edad, 40 de ellos religioso.

MIGUEL GOÑI ARIZ

P.MiguelGoñiNació en Imárcoain, en la falda de la sierra de Alaiz, el 27 de abril de 1902, hijo de Domingo Goñi y Marca Ariz. Tras una misión de los Padres Redentoristas en su pueblo, ingresó en 1913, a los 11 años, en el Jovenado de El Espino (Burgos). Continuó sus estudios en Cuenca. En 1919 tomó el hábito en Nava del Rey. Realizó sus estudios eclesiásticos en Astorga, donde fue ordenado sacerdote en 1925.
Tenía poca salud. En las misiones que predicó demostró ardor y entusiasmo apostólico y captó numerosas simpatías en los lugares donde ejerció su ministerio: Santander, Granada, Vigo, etc. En septiembre de 1935 pasa a Nava del Rey por motivos de salud y al poco tiempo a Cuenca. Su salud condicionó mucho su actividad pastoral, prácticamente reducida al interior de la iglesia, a excepción de alguna predicación esporádica.
Ya en mayo de 1936 fue perseguido por las calles de Cuenca por un grupo de exaltados, deseosos de atacar a cualquier religioso. A los diez días de haber abandonado el convento de San Felipe Neri, refugiado con el Padre Olarte en casa del sacerdote D. Enrique, alguien informó a los milicianos y éstos se presentaron en este domicilio el 31 de julio. Los condujeron, entre blasfemias por la calle. Las víctimas sabían lo que les esperaba y se despidieron de D. Enrique, que también recibiría más tarde la palma del martirio, con estas palabras: ¡Hasta el Cielo!
Ambos religiosos cayeron en tierra con vida en las afueras de la ciudad, al ser heridos por los tiros de pistola a bocajarro, mientras gritaron: «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva San Alfonso! El Padre Goñi todavía volvió en sí y se fue arrastrando, dejando un reguero de sangre, hacia el Padre Olarte, que también vivía, y estuvieron consolándose mutuamente y sin duda confesándose por última vez. Contaba 34 años de edad, 17 de ellos como religioso.

Santiago Cañardo Ramírez

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