empresarios

Homilía pronunciada el pasado 9 de febrero, en al Catedral de Santa María la Real de Pamplona, durante la Misa celebrada con la Asociación de Empresarios en Navarra

Queridos hermanos y hermanas empresarios.

Primeramente, reciban mi felicitación por su trabajo, por el esfuerzo en crear una sociedad más justa e igualitaria. Muchas gracias por crear, y sobre todo mantener los puestos de trabajo en sus empresas. Desde fuera, desde la realidad no empresarial, veo, y sobre todo valoro, el esfuerzo que hay que hacer para sacar una empresa adelante con trabajadores.

Las lecturas que hemos escuchado nos animan a seguir en esta línea de compromiso empresarial. San Pablo a los colosenses destaca dos puntos de cara al mundo de la empresa:

  1. Anima y motiva a los empresarios a que lo que hagan lo realicen con toda el alma. Es decir que se comprometan por la empresa y los trabajadores. Y los anima a este compromiso, porque en los trabajadores el empresario ve al mismo Jesús que lo tiene empleado o contratado. El hecho diferencial en el texto que hemos leído, es que invita a los empresarios a ver en el trabajador, al mismo Jesús, trabajador, obrero, que al final muere por todos nosotros.
  2. El segundo punto de San Pablo avisa, más bien anima a que los empresarios traten a los trabajadores con justicia y equidad, sabiendo que el gran empresario es Dios, que trata a todos con justicia, solidaridad y solidaridad.

En definitiva, San Pablo presenta como el gran empresario, quizás como el modelo de empresario al mismo Dios, que trata a todos con justicia y equidad. Un modelo, al que San Pablo anima a mirarse.

El evangelio nos presenta a los trabajadores de la viña. Donde el empresario que es Dios, va contratando a diferentes trabajadores, a distinta hora del día. La novedad del texto es que a todos pagan igual. Seguramente desde el punto de vista empresarial, esta reflexión sonará a extraña, pero no, porque Dios, que es el contratador, se comprometió a pagar a cada empleado un denario a cada uno. Por lo tanto, Dios, el empresario, no ha sido injusto, pues con todos se firmo el contrato que les pagaría un denario. Dios no fue injusto, sino que fue justo con los menos pudientes, con los más necesitados. Con los trabajadores de última hora, que son contratados al final del día, se muestra misericordioso, y les paga lo mismo, según lo acordado.

También están lo que podríamos llamar, los sindicatos en el evangelio. Un grupo de trabajadores, cuando ven lo que el empresario ha pagado a cada uno se enfadan y protestan. Piensan que les debería pagar a los sindicalistas más.

Pero olvidan, que Jesús, que es empresario justo, les paga lo que ha firmado con cada uno. Esto nos lo recuera el texto cuando dice: Amigo, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no acordaste conmigo recibir el salario de un día? Pues toma tu paga y vete. Es decir, Dios, el empresario ha cumplido lo que firmó. El empresario cristiano debe de ser fiel a la firma, y sobre todo debe de ser sensible a la justicia social de los trabajadores.

El mismo Papa Francisco se compromete con el mundo empresarial y les reconoce el esfuerzo que están haciendo. Fue a los empresarios franceses el 28-8-2023, les dijo:: «Cuando pienso en los líderes empresariales, las primeras palabras que me vienen a la mente son ‘Bien común’”, sostuvo el Santo Padre.

En efecto, “hoy es imposible imaginar cualquier mejora del Bien Común, es decir, de la vida económica y social, de la justicia, de las condiciones de vida de los más pobres, sin considerar a los empresarios como agentes del desarrollo y del bienestar. Ustedes son un motor esencial de riqueza, prosperidad y felicidad pública», expresó el Papa Francisco en el mensaje.

Entiendo que la empresa, el emprendedor, invierte para ganar dinero, nunca para perder, pero también la Doctrina Social nos invita a ser justos y solidarios con los trabajadores, especialmente con los que pasan necesidad. Seguramente en todas empresas hay trabajadores que tienen menos oportunidades, que destacan menos, que su sueldo no les permite llegar bien a final de mes. Invito a los empresarios ser sensibles a personas que trabajan en nuestras empresas y pasan necesidad, su sueldo no les llega. La diferencia entre un empresario cristiano y uno no cristiano es la sensibilidad entre los trabajadores que más necesitan de nuestra ayuda, de la Iglesia, pero también de la empresa.

El Papa Francisco el 17-10-2022 les decía a los miembros de la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios y de la Confederación de Empresarios de Galicia, les dijo que, su presencia aquí es un signo de esperanza. “Nos toca una época con notorios desequilibrios sea económicos y sociales. El Concilio Vaticano II ya había afirmado que «el lujo pulula junto a la miseria”. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplísimo de decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo con frecuencia en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana». En este contexto – indicó el Papa – es apremiante proponer una economía adecuada para contribuir a resolver las grandes problemáticas que vivimos a nivel mundial”.

Tanto el evangelio, como el Papa Francisco, nos hablan de justicia social y de poner rostro a los trabajadores de nuestras empresas. Agradezco y valoro todo lo que están haciendo por el desarrollo de la economía de España y del mundo.

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