Formación de Agentes y Escuela de Familias: «No me ralles» o la acedia de los jóvenes
«No me ralles». Esta es la frase que utilizan con frecuencia los jóvenes para mostrar su estado de ánimo, su aburrimiento por el mundo. ¿Qué hay detrás de esta actitud? Pues un pecado capital que ya describió con profusión Santo Tomás de Aquino: la acedia, que la definía como una tristeza por los bienes espirituales, especialmente los divinos. Así lo explicó el pasado sábado la psicóloga Mercedes Palet, ante un centenar de personas, la mayoría matrimonios, que asistió a la Jornada de Formación de Agentes y Escuela de Familia, que organiza la Delegación diocesana de Familia y Apostolado Seglar.
Los jóvenes de hoy llegan a la acedia arrastrados por una sociedad que les muestra que el mal es bueno, explicó Palet. Para muchos, el placer se convierte en la finalidad de sus vidas.
Este tipo de jóvenes, explicó, son víctimas de una inseguridad en todos los ámbitos de su vida que les lleva a intentar que nada les afecte. Esto es malo porque lo normal es «enfadarse ante las injusticias y alegrarse ante las buenas noticias». Los psicólogos están detectando una progresiva pérdida del orden de los afectos y una pérdida del contacto con la realidad. Esto conlleva un aumento de los trastornos de la personalidad, en especial el trastorno límite de personalidad.
Otro ingrediente que aboca a los jóvenes a la acedia es el pesimismo vital que impera en la sociedad. Freud decía que el objetivo de la vida es la muerte. Esta actitud se refleja, por ejemplo, en los medios de comunicación. «La televisión está llena de series y películas donde aparecen cadáveres por todos los sitios y mueren personas ante la indiferencia de la gente», explicó. Los psicólogos están detectando una nueva actitud en la gente entre 20 y 30 años: la renuncia a la alegría. La acedia es un pecado contra la caridad, una virtud que precisamente consiste en gozarse por las cosas de Dios.
La ponente señaló que se puede llegar a la acedia por el descuido de la caridad y de las obras de caridad: la oracion, la contemplacion… «Del descuido y la desgana se pasa a la tristeza y el siguiente y último paso ya es el odio a Dios».
Para evitar que caigan en la acedia, Mercedes Palet animó a los padres a fomentar en los jóvenes el gozo y el deleite por los bienes espirituales. «La alegría de la vida matrimonial, de la amistad, de la belleza, de la naturaleza, del arte, de un paseo en familia», puso como ejemplo. Y contra el vicio de la acedia, la virtud de la fortaleza.