Por estas fechas, quién más quién menos, todos pensamos en las vacaciones. Llevamos encima el peso del curso y tenemos necesidad de interrumpir el trabajo y tomar un tiempo de descanso.

Las vacaciones son un tiempo importante en nuestra vida, pues además del descanso nos ofrecen la oportunidad de hacer cosas que no podemos hacer durante el resto del año. En realidad, en el tiempo de vacaciones la primera diferencia es que somos más libres, podemos disponer más fácilmente de nuestro tiempo y elegir lo que queremos hacer con bastante más holgura que durante el tiempo de trabajo.

Pensamos mucho en el lugar donde queremos pasar este tiempo de descanso. Viajes, alojamientos, precios. Bien está. Pero es todavía más importante pensar qué vamos a hacer, cómo vamos a distribuir nuestro tiempo, qué provecho queremos sacar de estos días de libre disposición. No basta con dejar de trabajar, hay que saber emplear bien el tiempo, de manera que descansemos de verdad y saquemos el provecho que se puede esperar de estos días excepcionales.

Es evidente que durante las vacaciones necesitamos descansar tanto corporal como espiritualmente. Liberarse de muchas obligaciones, dormir más, relajarnos de las tensiones y de la presión de los horarios impuestos, dejarnos llevar del ritmo natural del propio organismo, todo eso descansa y es necesario.

A todos nos conviene hacer algo más de ejercicio, andar, nadar, pasear por el campo, visitar lugares bonitos o monumentos importantes. Con el ejercicio físico, otra actividad de primera importancia en este tiempo de descanso es conversar con la familia y con los amigos, visitar a personas queridas con las que no nos podemos ver durante el curso. La conversación tranquila con familiares y amigos es una de las actividades más relajantes y enriquecedoras para este tiempo. Hay mil temas interesantes para comentar, con libertad, con calma, sin polémica, para mutua información y enriquecimiento.

La conversación realimenta y se completa con la lectura. El tiempo de vacaciones es una oportunidad excelente para leer algunos libros buenos de los que nos enriquecen culturalmente y nos ayudan a vivir la vida ordinaria con más intensidad. Durante el año tenemos que leer muchas cosas por necesidad. En vacaciones podemos leer por gusto, por afición, como una buena novela, algunos libros de historia antigua o reciente, algún buen libro de espiritualidad.

Es muy recomendable acercarse a una buena librería religiosa y hojear unos cuantos libros hasta dar con alguno que nos interese, que responda a nuestras inquietudes del momento. Ahora tenéis a mano muchos libros del nuevo Papa, que en los años pasados ha escrito magistralmente, con un estilo sencillo y claro, sobre muchos temas de actualidad acerca de los cuales nos interesa clarificar y fundamentar nuestros juicios y opiniones. Hay libros de espiritualidad que un cristiano no debería dejar de leer alguna vez en la vida. Comenzamos el año jubilar de S. Francisco de Javier ¿por qué no leer una buena biografía del Santo?

Y nos falta lo principal. En este tiempo de vacaciones tenemos que aprovechar para cuidar también nuestra vida espiritual. El ritmo tranquilo de las vacaciones nos ofrece la posibilidad de rezar con calma y profundidad. Se puede rezar de muchas maneras. Sentado tranquilamente ante un paisaje de montaña o frente al mar, con libro o sin libro, se puede pensar en Dios, en la creación, podemos repasar nuestra vida y elaborar criterios y propósitos buenos para el futuro. Si uno quiere, puede encontrar tiempo para leer y meditar reposadamente unas páginas del evangelio, de los escritos de San Pablo o de San Juan, o de algún otro santo moderno y cercano.

Según donde estemos, podemos ir a Misa en los días ordinarios, con calma y atención, o podemos también entrar en una Iglesia y quedarnos un buen rato ante el Señor sacramentado, hasta que sintamos su presencia, hasta que se despierte nuestra sensibilidad religiosa y cristiana y nazcan en nuestro corazón expresiones de adoración, de agradecimiento, o de arrepentimiento y penitencia.

Está claro que las vacaciones no son necesariamente un frenesí agotador de idas y venidas, ni son tampoco un tiempo para el abandono, para el relajamiento o para la prevaricación. Los jóvenes, sobre todo, tienen que descubrir la posibilidad de pasar unos días felices sin agotarse, sin buscar esas impresiones fuertes que son evasión más que descanso, y por supuesto sin hacer experiencias al margen de la moral y de la vida cristiana que puedan destruir su vida personal y dejarles huellas amargas de soledad y arrepentimiento.

A todos os deseo un buen descanso, unas vacaciones entretenidas, alegres, felices y verdaderamente reparadoras. Ojalá todos volvamos con más ganas de trabajar y de ser mejores. Que Dios os bendiga y os libre de todo mal. Hasta la vista.

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