AÑO JUBILAR DE LA VIRGEN DEL PUY 04-05-2008

Me dirijo a todos los estellenses que están celebrando el año Jubilar en honor a Santa María del Puy con motivo de las bodas de oro de su coronación. No cabe duda que todos estamos muy felices al poder honrar a la Virgen que, como Madre, cuida de todos nosotros. Ella sabe mucho de nuestras alegrías y nuestros sufrimientos y como siempre nos tiende su mano tierna y suave para que sepamos vivir con mayor alivio en los momentos dolorosos y con gozo amable las circunstancias favorables. Es una Madre que espera de nosotros la respuesta de hijos y una de sus preocupaciones es la de que seamos fieles discípulos de Jesucristo. No se entiende que unos hijos de tal Madre caigamos en la tentación de estar ausentes de las indicaciones y orientaciones del evangelio de Cristo, el único Salvador del género humano.

      Como es año Jubilar deseo que todos los estellenses y muchas gentes que vendrán de otras partes puedan ganar dicho Jubileo con las cumplidas condiciones y así hacer de nuestras vidas una alabanza a la Virgen y a su Hijo Jesucristo. Y para mayor gloria de tal Madre no podemos olvidar que ella además de atender nuestras súplicas nos alienta en nuestro camino de fe. Hoy es muy importante que nos acerquemos a María por varias razones. Ella nos ayuda a ser fieles hijos de Dios y además nos enseña a vivir las virtudes que engalanan nuestra vida de cristianos. María es maestra y modelo de vida cristiana.

      Si en alguien hemos de fijarnos, para ser cristianos y buenos católicos, es en ella. Lo primero que nos enseña es a “estar atentos” para cumplir la Voluntad de Dios; nadie como ella lo supo hacer: “Hágase en mí según tu voluntad”, dijo María cuando en la Anunciación se la comunicó que iba a ser la Madre de Dios. Lo segundo fue cuando se puso en camino para visitar a su prima Santa Isabel; lo hizo porque vio una necesidad y allí se presentó para visitarla y ayudarla. Nosotros también podemos observar que muchas veces constatamos las necesidades de nuestros hermanos y la fe nos impulsa, como a María, a ir al encuentro del enfermo, del necesitado o del pobre.

      Pero en María también hay momentos donde pasa por los trances de la “noche oscura” cuando pierde al Hijo en el templo y le pregunta: “¿Por qué has hecho esto?”. Así tuvo que permanecer María durante tantos años en intimidad con el misterio de su Hijo. Son los momentos de contemplar y no hablar, momentos de la incomprensible “noche” del dolor físico o moral que se han de sobrellevar con la fortaleza de la fe. María resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de los creyentes y es lo que deseo se vaya cumpliendo en nosotros durante este año Jubilar que celebraremos desde comienzos de mayo de este año hasta el mes de mayo del próximo. Bien podemos decir a la Virgen del Puy: “Feliz María porque has creído, amado y esperado. Ayúdanos a vivir con más fe, a amar con mayor pasión y a esperar con gran ilusión”.

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