– Desearía me explicara lo que significa excomunión y qué pecados son los que llevan implícita la misma. ¿Es cierto que el aborto es un pecado que está penalizado moralmente con la excomunión de la Iglesia y que sólo el Obispo o la Santa Sede tienen potestad de perdonarlo?

– La palabra excomunión significa exclusión de un miembro de la Iglesia de la comunidad eclesial. El excomulgado queda separado de aquellos con los que comparte su fe. Quien comete determinados pecados que hieren y lesionan gravemente la comunión eclesial, se autoexcluye, él mismo se margina de la unidad con la Iglesia. Lógicamente, aunque puede asistir a la Misa, no puede comulgar, pues justamente la Eucaristía es el Sacramento que expresa y causa la Comunión y Unidad con Dios y con la Iglesia.

Los pecados que están penalizados con la excomunión son: la apostasía, herejía o cisma; la profanación de las sagradas especies de la Eucaristía; la violencia física contra el Papa; la absolución del penitente por parte del confesor que ha pecado con él contra el sexto mandamiento; la consagración de un Obispo sin mandato pontificio; la violación del sigilo sacramental por parte del confesor y procurar el aborto.

También se suelen llamar ‘pecados reservados’ que sólo pueden levantar la pena y perdonar el Papa o el Obispo. No lo puede hacer cualquier sacerdote. El Obispo, en su Diócesis, tiene plena autoridad como los que por oficio lo ejercen de forma ordinaria que son el Vicario General, el Penitenciario, llamado Canónigo Penitenciario, y que, habitualmente, confiesa en la catedral; también en casos extraordinarios puede conceder, el Obispo, esta facultad a otros sacerdotes. Algunas de estas penas están reservadas a la Santa Sede y es el Papa quien tiene únicamente la autoridad para levantar la excomunión.

Todos necesitamos mayor formación. La vida de los cristianos católicos requiere un mejor discernimiento de lo que es y supone nuestra fe. Creer conlleva unas actitudes y actos que se reflejan en una vida evangélica. La moral de los creyentes está sostenida en los mandamientos de Dios y de la Iglesia. Que las costumbres paganas no nublen nuestra verdadera  fe  católica, y que la fe sea coherente con nuestra vida mejor quizá: y que nuestra vida sea coherente con nuestra fe. La fe nos lleva a ser leales en nuestro actuar y nuestro modo de vivir. Es el mejor termómetro de nuestra fe.

Ante tantas instancias y reclamos que vienen ofrecidos por la sociedad laicista, los cristianos no podemos caer en la trampa de creer que todo lo que se propone es respetable y por tanto aceptable; al final, si no estamos atentos, este ambiente nos envuelve y nos debilita la fe. La fe es un regalo que recibimos y por tanto no sólo la hemos de acoger sino también defender. Los santos han mostrado y demostrado que no es posible que quien cree en Dios pueda amar algo fuera de Él. Y hoy se nos pide a los cristianos que, como miembros de la Iglesia, seamos testigos de Jesucristo y páginas vivas de la Biblia dónde los demás puedan leer y  gustar las maravillas del Señor.

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