Hay una cuestión que me preocupa. He oído hablar algunas veces que la Iglesia está dividida en Iglesia institución e Iglesia de base. ¿Podría decirme qué diferencia hay entre una y otra?

– Ante todo quiero darle una respuesta sencilla y lo más clara posible y por ello decirle que la Iglesia tiene una única base y es que su Fundador es Jesucristo y que la única forma de pertenecer a ella es a través del Sacramento del Bautismo y de los demás sacramentos. Después tiene una constitución que no se parece para nada a las organizaciones humanas que se rigen por diversas formas de conducta y de relaciones basadas en principios políticos y uno de ellos, el mejor, es la organización democrática.

La constitución de la Iglesia tiene sus raíces en una experiencia de fe que nos lleva a vivir y a tener como modelo la vida de Dios Trinidad, manifestada por Jesucristo en el Evangelio. De ahí que se diga que la Iglesia está hecha a imagen de la Trinidad y está fundada en Jesucristo que es la Cabeza y ha puesto como cimiento de ella al Papa, sucesor de Pedro, que le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Cada Obispo en la Diócesis es Vicario de Jesucristo y Sucesor de los Apóstoles y unido a todos los Obispos del mundo, en comunión con el Papa, forman el Colegio Episcopal que conducen y orientan a la Iglesia universal que está formada por todos los creyentes bautizados y a esto se llama: “El Pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo”.

Lo que ocurre es que a veces hay ciertas orientaciones o expresiones que vienen contestadas por grupos que se autodenominan “Iglesia de base”. Son ciertas manifestaciones que han tenido un momento de mayor vigor en décadas pasadas y estaban muy extendidos en América, de modo especial, o en ciertos ambientes de Europa. Pretenden ponerse, muchas veces, en oposición a las directrices que vienen indicadas por los que, como Pedro y los Sucesores de los Apóstoles, el Papa y los Obispos, tienen el deber de enseñar, orientar, conducir, santificar y servir al Pueblo de Dios.

Como decía San Agustín: “Donde hay unidad hay comunidad. Donde no hay unidad hay turbamulta, es decir, una multitud turbada”. La unidad no se puede hacer desde las disensiones y disidencias sino desde la pluralidad y generosa colaboración pero siempre en comunión profunda entre todos y de modo especial con los que tienen la responsabilidad de conducir y orientar al Pueblo de Dios y en este caso los Obispos en comunión con el Papa. El Concilio Vaticano II lo dice de forma muy nítida en los documentos y de modo especial en el que habla sobre la Iglesia. Siempre la Iglesia ha sufrido de vaivenes y de las circunstancias adversas que aparentemente han ido apareciendo como si la barca de Pedro iba a fenecer, pero siempre ha salido airosa porque ella misma está llevada por el Señor y no hay que temer porque ni las puertas del Infierno prevalecerán sobre ella. Para mayor conocimiento de este tema se pueden leer los números 147 al 193 del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica que lo explica con claridad. Creemos que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica.

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