Ordenación diaconal de Juan Tejero. 5 de diciembre de 2010

Es una alegría especial para la Iglesia universal y para la Iglesia particular de Pamplona-Tudela que hoy sea acogido en nuestra Diócesis el seminarista: Juan Tejero. Se ha ido formando durante varios años para ser sacerdote y hoy recibe el grado de Diácono que le irá preparando para recibir un día el ministerio sacerdotal. Pertenece a una familia numerosa y los padres, como buenos padres, les han infundido a todos sus hijos el espíritu de la fe en Cristo y su Iglesia. Hoy tenéis en la familia un fruto hermoso de aquello que habéis sembrado. ¡Felicidades y enhorabuena! Estoy seguro que la Virgen de Fátima, a la que tanto amor y devoción tenéis, ha sido la que os va mostrando la forma mejor para vivir con espíritu de santidad vuestro matrimonio y la educación de vuestros hijos.

Quedan los años atrás cuando en Madrid en un encuentro de sacerdotes vosotros padres me dijisteis que uno de vuestros hijos había iniciado el Seminario para prepararse para el sacerdocio. ¡Aquí lo tenéis hoy dispuesto a dejarse llevar por Jesucristo Servidor! Porque esa es la razón ministerial del diaconado: representar a Cristo Servidor.

1.- Hablando de diáconos el Concilio Vaticano II dice que “confortados con la gracia sacramental, sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad” (LG 29). Tu ministerio, querido Juan, es servicio de la Iglesia en las comunidades cristianas locales, signo o sacramento del mismo Cristo Señor, quien no vino a ser servido sino a servir. Has de custodiar con delicadeza el gran misterio del Amor de Dios que se hace Siervo por amor a la humanidad. Este servicio de amor y gracia se muestra en la Cruz donde Cristo asumió sobre sí, en un rapto de entrega total, todos los pecados de la humanidad. De ahí que has de ser servidor de la humanidad que necesita permanentemente recuperar su identidad de hijos de Dios y sobre todo serás servidor de los más pobres, débiles y necesitados. A ellos has de amar con predilección como los ama Jesucristo.

“La Iglesia y hoy de modo especial llama a todos sus miembros a la misionaridad, a ser misioneros, es decir a levantarse e ir en modo organizado al encuentro, en primer lugar, de nuestros bautizados que se han alejado de la práctica de su fe cristiana, pero también de todos aquellos que conocen poco o nada a Jesucristo y su mensaje, para proponerles nuevamente el primer anuncio cristiano, el kerigma y, de este modo conducirles nuevamente a un encuentro vivo y concreto con Jesucristo. En tal encuentro se renueva la fe y se refuerza la adhesión personal a Jesucristo, condición para una fe viva y para ser testigo fiel en el mundo” (Card. Hummes, prefecto de la Congregación del Clero, Mensaje a los Diáconos Permanentes, 19 de agosto 2007).

El servicio litúrgico-sacramental, querido Juan, será de modo especial en los sacramentos del Bautismo y del Matrimonio como ministro ordinario. Leerás el evangelio y distribuirás la Eucaristía, centro de la vida de la Iglesia, que será tu centro fundamental y a la que has de recibir como el don más grande recibido que es la presencia de Jesucristo en tu vida. En la medida que seas un hombre que ama a la Eucaristía y en ella descanses serás mejor y más servidor de todos. Sólo desde el amor a Cristo y en Cristo encontrarás las fuerzas para ser amigo de todos como Él lo es. Que todos entren en tu corazón y de modo especial rezando por ellos y ofreciendo en la Liturgia de las Horas, como punto de encuentro, sus afanes y preocupaciones.

Serás también ministro de la caridad: los pobres, los pecadores, los excluidos, los desocupados, los hambrientos… todos los que levantan sus manos y sus voces ante la Iglesia. Muchas son las personas que necesitan la cercanía y el consuelo de Jesucristo y ahí hemos de estar atentos para que nadie se sienta depreciado y marginado. Ayuda a lavar los pies ensuciados de los hombres confiados a nosotros pastores de la Iglesia. Desde esta perspectiva tiene sentido la obediencia, el celibato y la pobreza que hoy has prometido a la Iglesia. Estos tres consejos evangélicos se hacen vida en ti y ellos te conforman a ser más de Jesucristo. Confía en él para que siempre resplandezcan, en tu vida, como si de un traje de fiesta llevares.

2.- Hoy estamos en el segundo domingo de Adviento y hemos escuchado la Palabra de Dios que de forma especial, de forma explícita, hace una llamada a disponernos adecuadamente para festejar el acontecimiento de la venida del Señor: “¡Preparad el camino del Señor; abridle un camino recto!” Ante esta exhortación no podemos quedarnos quietos y hemos de seguir actuando. Por eso ha de aumentar mucho más la vida de oración y la cercanía a la Vida, en el encuentro con Cristo, que son los sacramentos.

Preparar los caminos del Señor supone entrega y austeridad. En tiempos fuertes como son los que pasamos hemos de vivir con mayor servicio la fraterna solidaridad. Apoyar a Cáritas diocesana, a Manos Unidas, a Obras Misionales Pontificias y a las Misiones para que los pobres encuentren las manos abiertas de la Iglesia que, como Madre, acoge y tiende siempre las manos del amor.

Este tiempo de Adviento nos invita a la conversión del corazón tantas veces apegado a las cosas y apegado a muchas formas de idolatría: materialismo, sensualismo, comodidad y tantas otras cosas que nos alejan de Dios. La Navidad no sólo es un acontecimiento sino, ante todo, un encuentro gozoso con Dios que se nos manifiesta como un Niño, el Niño-Dios. ¡Preparemos bien el camino al Señor!

Ruego a todos los santos y a la Virgen María que te cuide, querido Juan, en este ministerio de diácono para que seas fiel y des mucha gloria a Dios.

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