Queridos diocesanos:

       Como siempre, desde hace cincuentas años, estamos celebrando una vez más la campaña de Manos Unidas y cuyo título del lema es: “Su mañana es hoy”. Sugerente frase que indica, ante todo, que el futuro se construye en el presente. Y se construye en el ahora porque como ocurre en la siembra de cualquier cereal conviene pensar en el verano para recibir la espiga; si ésta no viene sembrada en el otoño cuando llegue el verano la cosecha será infructuosa. No hay presente sin futuro y no hay futuro sin presente. Por eso Jesucristo en el evangelio nos recuerda que cada día tiene su propio afán y San Pablo, usando una metáfora, recordará que si el atleta no se prepara en el presente no podrá correr hacia la meta.

        La experiencia de Manos Unidas durante medio siglo ha sido un testimonio que se reconoce socialmente e incluso se galardona, como ha sido con el Premio Príncipe de Asturias 2010, por su labor social y de promoción humana. Han sido años intensos y generosos que vienen fortalecidos por un amor sin igual y cuya Fuente de Vida es Jesucristo. El milagro de Manos Unidas no es la simple dedicación social a los más desfavorecidos sino la llamada de Cristo que sintieron aquellas mujeres intrépidas para llevar a la práctica el mensaje evangélico: “Tuve hambre y me diste de comer, estaba desnudo y me vestiste, en la cárcel y fuiste a visitarme”. Si por propia voluntad sin más hubiera sido, no habrían resistido ni un año y mucho menos diez. Sin embargo han sido cincuenta años llenos de ilusión y alegría para muchos que han sido saciados de este amor concreto. Sólo el amor auténtico puede llegar a ser eterno: el amor de Dios.

       Me uno a estas mujeres con sana osadía que, un año más, nos piden con sus manos unidas y solidarias que colaboremos por esta causa tan noble y evangélica que es la ayuda a construir ya desde hoy un futuro más justo, más fraterno y más lleno de paz. Si queremos un futuro más feliz y más humano pongamos los medios hoy: mejor educación, mayor solidaridad, más generosidad y, sobre todo, mayor caridad que nos ayudará a mirar a los demás con los mismos ojos de Dios. Como dice el Papa Benedicto XVI en el Mensaje con motivo de la Paz que “hoy, en una sociedad cada vez más globalizada, los cristianos están llamados a dar su aportación preciosa al fatigoso y apasionante compromiso por la justicia, al desarrollo humano integral y a la recta ordenación de las realidades humanas, no sólo con un compromiso civil, económico y político responsable, sino también con el testimonio de su propia fe y caridad”.

       Deseo que el nuevo año 2011 sea más eficiente y aporte una mayor esperanza para todos construyendo el futuro desde el ahora y con el compromiso de mirar a los demás como hermanos para que la humanidad siga encontrando su identidad auténtica: en la caridad que procede de Dios.

       Con mi bendición.

                                                  + Francisco Pérez González

                                                 Arzobispo de Pamplona-Tudela

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