Javieradas 2012: «Cristo, Buena Noticia para el mundo»
Cristo es siempre el centro de nuestros afanes. Es el motivo que nos pone en marcha, es el camino y al mismo tiempo el motor para andarlo, y es la meta consoladora y plenificante. El que pone a Cristo como meta de la peregrinación de la vida no se ve defraudado.
Ya llegan las «Javieradas» 2012 (4 y 10 de marzo). Apenas suena esta palabra, a todo el mundo le viene el pensamiento de San Francisco Javier y su casa natal que fue el Castillo de Javier, meta de peregrinación. Para los navarros trae connotaciones de identidad y pertenencia porque Javier es alguien considerado muy propio. Pero sobre todo a las diócesis de Pamplona y Tudela nos da un pálpito especial al corazón porque reclama algo muy querido, ilusionante y feliz. ¡Un año más vamos a peregrinar a Javier!
Ya estamos pensando en los caminos que se van a cruzar desde todos los rincones de Navarra hasta el foco central, el castillo de Javier. Son caminos de vida, paz, esperanza y avance hacia el futuro. Son caminos de devoción, testimonio de fe, sacrificio, convivencia y solidaridad. Son caminos de penitencia, reconciliación y perdón. Con estos sentimientos nos pondremos en marcha hacia Javier, llevando cada uno sus intenciones personales.
En la mente y en el corazón tenemos la imagen y el ejemplo de Francisco Javier, prototipo exponente del ser navarro. Valiente, noble, perseverante, trabajador incansable, lleno de ardor generoso, de fe recia, misionero y santo. Queremos contemplarnos, como en un espejo, en sus cualidades para mantener vivas las mejores esencias de nuestra tierra y nuestras gentes.
Muchos son los actos que componen las Javieradas. A largo plazo los entrenamientos para la marcha. A medio plazo la Novena de la Gracia, con la movilización de arciprestazgos, vicarías, parroquias y devotos particulares. Inmediatamente las dos javieradas diocesanas multitudinarias en dos fines de semana y las específicas, como la sacerdotal, la escolar-parroquial y la de los enfermos y mayores. Cada uno puede insertarse en las más adecuadas. Lo que importa es que en todas las actividades se produzca un aumento de gracia, virtud y conversión.
La figura de Javier es fascinante. ¿Quién no recibe ánimo cuando contempla su vida familiar sencilla y entrañable, sus años de estudio, sus viajes misioneros y sus gestas? Todo le nacía de su disposición de entrega total al Señor y a la salvación de las almas. «Señor, aquí estoy, ¿qué quieres que yo haga? Envíame a donde quieras.» «Basta de consuelos, Señor», decía en los momentos de mayores persecuciones.
En consonancia con el temple que muestran estas expresiones está el lema que este año nos ayudará a hacer unas javieradas fructíferas: «Cristo, Buena Noticia para el mundo, como anunció San Francisco Javier». Cristo es siempre el centro de nuestros afanes. Es el motivo que nos pone en marcha, es el camino y al mismo tiempo el motor para andarlo, y es la meta consoladora y plenificante. El que pone a Cristo como meta de la peregrinación de la vida no se ve defraudado. El Papa Benedicto XVI en el inicio de su ministerio apostólico decía: «¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida.» (24 de abril de 2005).
Cristo es siempre nuevo, Buena Noticia, anuncio gozoso. Su figura atraviesa la historia sin caer en el desinterés o en el olvido. Su Evangelio se proclama sin desgastarse porque es interpelación permanente y respuesta de vida y resurrección.
San Francisco Javier tuvo su motivación fundamental en Cristo y en propagar su evangelio, con su estilo propio. El lema de la javierada de este año lo subraya: «como anunció San Francisco Javier». Dios no anula las cualidades propias del evangelizador que Él mismo le ha regalado de forma providente. En todo caso las potencia con su gracia para que pueda cumplir bien su misión. A San Francisco Javier le dio unas cualidades, una preparación, una personalidad y un carácter que, podemos decir, era como el anillo al dedo de la misión que iba a cumplir. Es el apóstol ardoroso evangelizador, incansable, resistente ante los mayores sacrificios, hombre emprendedor, de una profunda vida espiritual, alimento de tanta actividad. Lo dice bien la liturgia en el prefacio de su fiesta: «Tú encendiste a San Francisco Javier, nuestro Patrono, en el fuego de tu amor, lo entusiasmaste con la entrega por los hombres, y así, con fatigas, penalidades y menosprecio de peligros, emprendió incontables viajes, para anunciar el Evangelio a muchas gentes, que, iniciadas en los misterios salvadores, pasaron a formar parte de tu pueblo». Admiramos a nuestro paisano, gigante de santidad, a quien queremos imitar.
Muchas personas hacen las javieradas con diversas motivaciones. Son una buena ocasión, con todas sus celebraciones, para descubrir que la vida de toda persona tiene un sentido muy valioso. El camino, paso a paso, trazado por los acontecimientos de la vida, es un símbolo de la búsqueda existencial y fatigosa de la verdad y de una meta que dé sentido a todo. Sin meta el camino es absurdo. Para los creyentes es una reafirmación de nuestra identidad cristiana manifestada pública y festivamente. Nos mueve la fe y la devoción al santo. Vamos, peregrinos a Javier, dispuestos a ser como él. Cada uno en su ambiente con sus palabras y sobre todo con su vida puede anunciar a «Cristo, Buena Noticia para el mundo, como anunció San Francisco Javier». ¡Felices y fructíferas javieradas a todos!