la feSe acercan las Javieradas, esas peregrinaciones que, cada año, nos llevan hasta el castillo en el que nació nuestro santo patrón San Francisco Javier. Su testimonio de amor a Cristo ha perdurado en el tiempo a lo largo de los siglos, siendo hoy también patrón de las Misiones y ejemplo vivo para todos los cristianos y personas de buena voluntad.

A lo largo de la historia, de estas entrañables peregrinaciones, han sido cientos de miles las personas que han hecho con ilusión el camino de las Javieradas. Una vez en Javier, los peregrinos que llegan allí, movidos por su fe, siguen interiorizando y analizando su vida desde la llamada que Dios les ha hecho. Es un momento de búsqueda de Dios y de conversión. Los planteamientos han de corresponder al fin de las peregrinaciones: tiempo de plegaria, examen de la vida, acercamiento a la Palabra de Dios, gozar de su presencia misericordiosa y amorosa en los sacramentos (de la Confesión y de la Eucaristía) y pulsar la fraternidad y la solidaridad con los hermanos más necesitados.

[pullquote2] La fe no es una conquista a base de voluntad, es un encuentro con la vida de Dios en Jesucristo. La fe es una luz que tiene su fuente en la Luz que es Jesucristo[/pullquote2] Las peregrinaciones no tienen una finalidad cultural, sentimental o de un relax corporal. Esto puede ser el envoltorio pero el núcleo fundamental es abrir el corazón, como San Francisco de Javier, a la voluntad de Dios y vivir en sintonía con su Amor. Como él, hemos de preguntarnos si nuestras vidas corresponden al deseo de Dios o a nuestros deseos, a sus planes o a los nuestros. ¿De qué nos serviría conseguir los objetivos personales si no estuvieran en sintonía con el plan de Dios?

Para San Francisco de Javier su único objetivo fue ser santo, es decir, vivir en caridad y llegar a la meta que es el Cielo. No quiso apoyar su vida en los honores, en los ídolos del prestigio y el poder, o en una vida cómoda. Le hastió esta forma de vivir puesto que no llenaba su corazón. Dando un viraje en su vida, se entregó a Dios puesto que lo único que deseaba era salvar su alma y cooperar en la salvación de muchos.

[pullquote2] Las peregrinaciones no tienen una finalidad cultural, sentimental o de relax. Esto puede ser el envoltorio pero el núcleo fundamental es abrir el corazón, como San Francisco de Javier, a la voluntad de Dios y vivir en sintonía con su Amor[/pullquote2] Son muchas las personas venidas desde diferentes puntos de España o incluso de otras partes del mundo que, guiadas por el espíritu misionero de San Francisco Javier, han encontrado y siguen encontrando en las Javieradas la fuerza para seguir profundizando en el camino del amor y de la fe. El reto que hoy nos pide la sociedad y la Iglesia a los creyentes es la coherencia de vida y la fidelidad de anunciar el Evangelio de Jesucristo. En este Año de la Fe se nos invita a adentrarnos en el mayor conocimiento de Jesucristo. El Papa Benedicto XVI recuerda que “la fe permite un saber auténtico sobre Dios que involucra toda la persona humana: es un ‘saber’, esto es, un conocer que da sabor a la vida, un gusto nuevo de existir, un modo alegre de estar en el mundo. La fe se expresa en el don de sí por los demás, en la fraternidad que hace solidarios, capaces de amar, venciendo la soledad que entristece”.

La fe no es una conquista a base de voluntad, es un encuentro con la vida de Dios en Jesucristo. La fe es una luz que tiene su fuente en la Luz que es Jesucristo. Los santos han dejado paso a esta Luz y su esplendor, mostrado en las buenas obras de caridad, deja una estela que nadie puede apagar. San Francisco de Javier, con gran sabiduría, supo apartarse de las vanaglorias del mundo y entregar su vida para que sólo el amor de Dios fuera conocido y reconocido. Pasó por momentos de sufrimiento pero los superó porque sabía que no iba a predicar el evangelio en su nombre sino en nombre de aquel que dijo a los apóstoles: “Poneos, pues, en camino, haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado” (Mt 28, 19-20).

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