Niño JesúsQueridos diocesanos: Al celebrar las fiestas del Nacimiento del Señor, me alegra poder dirigirme a todos vosotros para expresaros mis mejores deseos de paz y alegría. Pienso en todas las parroquias, en todas las personas de nuestra querida Diócesis de Pamplona y Tudela, en todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

En estas fiestas de Navidad, mi deseo para todos es que tengamos Luz, la Luz que es Cristo, el Niño nacido en la noche, envuelto en pañales y recostado en un pesebre (cf. Lc 2, 12). Él es el Hijo de Dios que nos ama; es el hijo de María, semejante a nosotros en su humanidad. Que Él nos muestre el camino. Que Él nos guíe y oriente, conduciéndonos por las sendas de la sencillez y la humildad. Que nos enseñe a compartir solidariamente y a crear unas relaciones humanas, sinceras y transparentes. Que Él nos ayude a ordenar nuestra sociedad con justicia y equidad, sin que nadie se quede al margen o humillado. Que Él nos conceda lucidez para que todos tengan un trabajo digno y estable y una educación integral, rica en valores evangélicos.

La Navidad supone un encuentro personal, sincero, cordial, intenso y decisivo de Dios con la humanidad, con cada hombre o mujer. El Hijo de Dios, hecho Niño, se dirige a cada uno de nosotros y nos invita a renacer con Él, a encontrarnos con Él y hacer el camino de la vida juntos.

[pullquote2]La Navidad es un encuentro. Y caminamos para encontrar al Señor: encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él está; encontrarlo con fe.[/pullquote2] Así nos lo recordaba el Papa Francisco: “La Navidad es un encuentro. Y caminamos para encontrar al Señor: encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él está; encontrarlo con fe. Y cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él el que entra en nosotros, el que lo hace todo nuevo. Reconstruye el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino.

Para eso es necesario tener el corazón abierto. El Señor no nos mira a todos juntos, nos mira a cada uno a la cara, a los ojos… porque el amor no es abstracto… ¡es un amor concreto! De persona a persona. Dejarnos encontrar por el Señor es exactamente esto: ¡dejarnos amar por el Señor!”.

El Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre, tiene siempre algo que decir. Aceptar el mensaje de un Niño recién nacido, acostado en un pesebre y envuelto en pañales, es aceptar la paradoja del misterio de la Navidad. El Redentor se hizo uno de nosotros para recorrer a nuestro lado los caminos de la historia humana. Él es la Verdad que nos hace libres, el Amor que puede transformar nuestra existencia y el Camino de una renovada humanidad.

Desde el pesebre de Belén, este Niño nos habla sin palabras, con su presencia silenciosa. Nos habla de que Dios se acerca, se pone a nuestro alcance, porque nos ama. Nos habla de que, si se acerca como Niño pequeño, es para que no tengamos miedo de dejar sitio a Dios en nuestra vida. Y nos habla desde ese margen de la vida de los hombres que es la pobreza y la exclusión; para que sepamos acogerlo a Él con nuestra generosidad en los pobres y excluidos de hoy.

En este año 2013 que estamos a punto de concluir, Jesús quiere nacer en nuestro corazón. Hoy Jesús vuelve a llamar a la puerta. ¡Ojala cada uno de nosotros tengamos el corazón bien dispuesto para que Dios pueda nacer en él!

Quiero también, en esta Navidad, dirigirme a los jóvenes, porque en este año 2013 el Papa Francisco se reunió en Río de Janeiro con jóvenes de todo el mundo, celebrando la Jornada Mundial de la Juventud. Es importante que sintáis que Cristo ha nacido para nosotros, que vosotros, jóvenes, no os dejéis vencer por el mal y por realidades que, en el fondo, os apartan de la verdad y de la alegría profunda.

No quiero concluir mi felicitación sin tener un especial recuerdo para aquellos que, entre nosotros, sufren de modo especial las consecuencias de la crisis y del paro, la soledad y la enfermedad, la ausencia de los seres queridos. No estáis solos, las manos de toda la Iglesia están abiertas para acogeros y consolaros. Que el Niño Dios que nace en Belén llene vuestro corazón de alegría y paz.

Os deseo a todos una feliz Navidad llena de fe, caridad y esperanza.
Con mi bendición,

+Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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