Las reflexiones hechas hasta ahora sobre el sacramento del bautismo como puerta de los sacramentos, un nuevo nacimiento y una transformación radical, necesitan completarse con unos comentarios sobre los ritos sacramentales en los que participan unas personas y se realizan unos signos que reclaman con su simbolismo unas realidades espirituales.

Las acciones litúrgicas, especialmente las sacramentales tienen unas características especiales, peculiares y singulares, que las distinguen del resto de acciones eclesiales. La celebración litúrgica es la principal forma de expresión de la Iglesia. Entre las celebraciones, el bautismo tiene unos ritos ricos en mensajes, enseñanzas, reflexiones, propuestas de vida y compromisos. El hombre acepta desde la fe la gracia, que transforma su vida, desde lo que sucede y se recibe en la celebración por medio de ritos, signos y símbolos.

La antropología enseña que el ser humano es una criatura simbólica. Se relaciona con el universo y con sus semejantes siempre a través de algo, de forma indirecta, siempre de forma simbólica. Todas sus actividades necesitan una especie de mediaciones simbólicas. Esta necesidad muestra su debilidad y grandeza, determina que es un ser finito e infinito, es decir, material y espiritual. De ahí nace la necesidad de signos que se trascienden a sí mismos simbolizando realidades intangibles e inexplicables. Así es el lenguaje humano. Las realidades misteriosas que no se pueden expresar con palabras muestran su sentido a través de cosas materiales y signos.
Desde la filosofía y teología así se expresa. “El símbolo es la única forma de inserción del misterio en la historia. Su centro es, Jesucristo, es por eso el símbolo por excelencia, el signo “originario” (K. Rahner). Las parábolas de Jesús simbolizan el Reino. Los sacramentos son símbolos. La celebración no es sólo un rito, tiene elementos más profundos y esenciales, algo que constituye su verdadera naturaleza. Para descubrirlos hay que tener presente la fe. Esta definición se refleja plenamente en los sacramentos, especialmente en la significación de las acciones bautismales. Detrás de cada acción hay un significado profundo.

Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva a dar culto a Dios; pero en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. “No sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe” (SC 59).

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