Cuando el Papa Francisco dio su catequesis sobre el bautismo (8.01.14) se centró casi exclusivamente en destacar un fruto muy importante: el Bautismo nos convierte en miembros del Cuerpo de Cristo y del Pueblo de Dios. Nos convierte en un pueblo en camino que peregrina en la historia y va transmitiendo la fe. De generación en generación van naciendo nuevos hijos para la Iglesia desde su vientre materno, que es la pila bautismal. Este Pueblo es discípulo y misionero.
La pertenencia a la Iglesia es una convicción que debe arraigarse en los bautizados. La Iglesia no es sólo un marco o un contorno donde se está protegido, sino que es una comunidad en la que cada uno debe sentirse integrado. “Incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados por tal carácter al culto de la religión cristiana… tienen el deber de confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia” (LG 11).

En todos los tiempos la Iglesia ha sufrido rechazo, persecución abierta o soterrada como nuestro Señor y Maestro Jesús. Siempre los cristianos han sabido defender a su Madre la Iglesia agradecidos por lo que reciben de ella. Colaboran con gusto en sus actividades, sostienen sus obras y se implican en su apostolado. “El apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado al que están destinados por el Señor en virtud del bautismo y de la confirmación” (LG 33).

La preparación de padres y padrinos en las catequesis “prebautismales” tienen por objetivo hacerles tomar conciencia de su vivencia de la fe, reafirmarla en todo caso, proponerse transmitirla y comprometerse en una pertenencia seria y consciente a la Iglesia. Es un momento privilegiado que hay que potenciar invitándolos a continuar en una catequesis catecumenal de adultos.

La liturgia expresa magníficamente en sus signos lo que cree y el compromiso que implican los gestos que se realizan. En el rito del bautismo queda de manifiesto que el cristiano es transformado para vivir una nueva vida cuando se le impone una vestidura blanca. Dice el ministro del bautismo: “Eres ya una nueva criatura y has sido revestido de Cristo. Esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano. Ayudado por la palabra y el ejemplo de los tuyos, consérvala sin mancha hasta la vida eterna”.

Merecen más explicaciones en posteriores temas los ritos bautismales que son muy claros, sencillos, variados y ricos en significado. La señal de la cruz, la Palabra de Dios, la intercesión de los santos, un masaje con el óleo de los catecúmenos, las renuncias y profesión de fe, un baño con el agua bautismal, la unción con el santo crisma, la vestidura blanca, entrega del cirio a los padrinos, la oración dominical, la bendición final. También hay muchos mensajes para los participantes: padres, padrinos, comunidad cristiana y celebrante. Se necesita una buena iniciación en los signos y símbolos del bautismo, que valoran grandemente el Concilio Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica y el Ritual.

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