Es para todos nosotros un buen momento de Luz y de Gracia de Dios que podamos celebrar, con gozo y esperanza, este “Año Santo Jubilar de la Misericordia”. Así nos lo ofrece el amable papa Francisco que nos lo ha explicado en la Bula que ya conocéis y en la que nos invita a mirar el Rostro Misericordioso de Jesucristo. Las Puertas Santas que darán inicio a este Año Jubilar se abrirán: En la Catedral de Pamplona el día 13 de diciembre a las 17’00 horas y en la Catedral de Tudela el día 20 de diciembre a las 17´00 horas. Además de las dos Catedrales de Pamplona y Tudela se podrá lucrar, durante todo el año, de la indulgencia plenaria (con las condiciones de confesarse, comulgar y rezar por el Papa) en la Colegiata de Roncesvalles, en la Basílica de San Miguel de Aralar y en la Basílica de Javier.

Es un tiempo donde se nos está pidiendo a los cristianos mayor énfasis en la realización de una caridad más gratuita y más misericordiosa. El testimonio de aquellos que están muriendo por amor a Cristo a quien siguen ejemplarmente y mueren perdonando puede ser un impulso mayor para la renovación de la auténtica vida cristiana. Ellos nos enseñan a amar con misericordia.

La conversión del corazón es urgente en nuestra sociedad. Nunca habrá una sociedad de bienestar verdadera si no hay un corazón renovado y convertido. El bienestar tiene su morada en el corazón. Un corazón apasionado por amor a Jesucristo y gozoso por la entrega a los demás, es un tesoro que nada de lo material puede llenar. La sociedad está cansada de falaces propuestas que ofrecen la barita mágica de la felicidad.

Por eso la propuesta del papa Francisco, es una propuesta que tiene su origen en la mejor de la Fuentes que es la de Dios bondadoso y misericordioso. Los cauces, de esta Agua Viva, proporcionan la gracia que santifica a través de los Sacramentos que Jesucristo ha regalado a su Iglesia y que le ha encomendado para que sea ella quien los administre. Por ello, durante este Jubileo, se buscará la forma mejor para que los sacerdotes bien dispuestos dediquen tiempo en el Sacramento de la Confesión y administren la Unción de los Enfermos a aquellos que pasan por la fragilidad y la debilidad de la enfermedad.

La Iglesia Diocesana, a la que todos pertenecemos por el Bautismo, ha de ser sensible a los que más sufren. El cauce mejor será revivir las Obras de Misericordia. Invito para que no sólo las meditemos sino que las pongamos en obra. Durante este Año Santo Jubilar de la Misericordia se irán jalonando programas que nos ayudarán para ponerlas en acto.

Os deseo un tiempo pleno del Amor de Dios bondadoso y misericordioso. Con mi bendición.

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