COMENZAR SIEMPRE DE NUEVO ES DE SABIOS Y SANTOS
1.-Estamos ante una efeméride muy característica de los que viven al compás de la gracia que Dios quiere en estos tiempos. San Marcelino Champagnat fue un impulsor para su tiempo de la auténtica formación humana y en su entrega por cada persona descubría la presencia de Dios que se traducía en caridad por los más desfavorecidos. El Papa Francisco ha enviado al Hno. Emili Turú Rofes, Superior General de los Hermanos Maristas un precioso mensaje de gratitud y de esperanza: “La gratitud es el primer sentimiento que brota del corazón. Se necesita esta actitud de reconocimiento para valorar las obras grandes que Dios ha hecho a través de los maristas. Así mismo, dar gracias no hace bien; nos ayuda a reconocernos pequeños ante los ojos del Señor y deudores de una tradición que nos ha sido dada sin haber hecho nada por nuestra parte. Ustedes pertenecen a una gran familia rica de testigos que han sabido donar sus vidas por amor a Dios y al prójimo con este espíritu de hermandad que caracteriza a la Congregación… (Mensaje a los Hnos. Maristas en el bicentenario de la Fundación de la Congregación, 10 de abril 2017).
La Palabra de Dios nos recuerda en el Eclesiástico que “haré lucir la doctrina desde la aurora, y llevaré hasta muy lejos su luz…e iluminará a los que esperan en Dios” (Si 24,31). Fue lo que le quemaba por dentro a vuestro Fundador San Marcelino. Desde entonces han pasado muchos niños y jóvenes que han percibido en su vida y formación educativa una luz que nadie se la podrá borrar y es que por donde pasa Dios deja un rastro que es imborrable. Muchas veces os habréis preguntado si lo que hacéis tiene repercusión en los alumnos y tal vez habréis sentido una cierta decepción porque no se han cumplido aparentemente vuestras expectativas. Es una tentación que se da en todos los educadores. Lo mismo le ocurre al sembrador. La semilla depositada es algo muy decepcionante porque la espiga no está presente; no obstante la fidelidad en sembrar le lleva a pensar que el fruto de la espiga llegará. Decía San Marcelino Champagnat: “La educación es para el niño lo que el cultivo es para el campo. Por muy bueno que este sea, si se deja de arar, no produce más que zarzas y malas hierbas”.
En estos momentos ocurre que estamos tan acosados de noticias y de informaciones abundantes en los “medios de comunicación” que nos aturden y nos narcotizan de tal forma que no caemos en la cuenta que un pequeño detalle de cariño y de preocupación por la persona y en este caso por el niño o joven le da más fiabilidad y seguridad que los discursos extemporáneos que no afectan a su vida interior. Una simple atención de escucha hecha por verdadero amor cala mucho más que grandes métodos teóricos. Y es que si la persona, ha contado como alguien, incluso se entenderán mejor las teorías que le vengan ofrecidas y expuestas. El maestro que con atención ha prestado su escucha ante el relato de la vida del alumno caerá como agua que sacia la sed. En mi niñez los maestros que más me ayudaron fueron aquellos que entendían mi circunstancia gozosa o dolorosa. Hasta las matemáticas me entraban mejor y el latín ¡no te digo! La educación, os dice el Papa Francisco en el mensaje, “es cosa del corazón, esto lo hace diferente y sublime. Estar llamados a cultivar exige antes que nada cultivarse ustedes mismos. El religioso-educador tiene que cuidar su campo interior, sus reservas humanas y espirituales, para poder salir a sembrar y cuidar el terreno que le han confiado. Deben ser conscientes que el terreno que trabajan y moldean es sagrado, viendo en él el amor y la impronta de Dios”.
2.- ¡Qué hermoso sentir el relato de los apóstoles! “A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón” (Act 2,46). Esta experiencia en común y unidos en fraternidad es muy trascendental de tal forma que afecta a uno mismo y a los que están alrededor. No olvidéis que creer, esperar y amar alienta y da vida a vuestra docencia. El evangelio tiene una fuerza especial para la educación. “Vosotros como comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y transmitida, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor” (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n.15). No hay razones para la desesperanza y para el complejo de sentirse inútiles. Comenzar siempre de nuevo es de sabios y santos. Muchos no hubieran logrado nada en la vida si a la primera dificultad se hubieran aplanado y desanimado. Conviene cada día iniciar con la novedad de la nueva jornada y mirando hacia lo alto porque solo en Dios encontramos sentido a la novedad. Lo viejo pasa lo nuevo permanece.
3.- Tenéis entre vosotros alumnos de veintitrés países distintos. El 12% son inmigrantes. Os animo y os invito a tener muy presente lo que hemos escuchado en el evangelio: “¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: En verdad os digo si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos; y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y lo hundieran en el fondo del mar” (Mt 18, 1-6). Este es el programa que se baraja en el carisma de los Hnos. Maristas y que ahora seguís tratando en vuestros ámbitos de educación. Para ello se requiere humildad y así os lo indicó vuestro Fundador San Marcelino. “Si me preguntáis qué es lo más esencial en la religión y en la disciplina de Jesucristo, os responderé: lo primero la humildad, lo segundo la humildad y lo tercero la humildad” (San Agustín, Epistolae 118,22). Por eso vuestros centros educativos han de resplandecer de buenas obras y de buenos ejemplos de vida cristiana. Lo contrario sería un escándalo.
Ese espíritu renovado es manifestación evidente del Espíritu Santo. El Papa Francisco sigue diciendo en el mensaje: “La sociedad de hoy necesita personas sólidas en sus principios que puedan construir un mundo mejor para todos y dar testimonio de lo que creen. El lema de su Instituto religioso es ya todo un proyecto de vida: