LA FAMILIA ES LO MÁS HERMOSO QUE LA CREACIÓN NOS REGALA

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Sabemos por propia experiencia que la familia es, ha sido y seguirá siendo lo más hermoso que Dios ha podido crear. Muchos momentos de la historia y de la sociedad se superan gracias a la familia. El amor de un hombre y una mujer hacen posible que la creación siga manifestando que no hay mejor fortuna, en la sociedad, que pueda compararse con la familia. Me sorprende que puedan darse sospechas sobre la misma y en muchos momentos se llega hasta afirmar que la “familia tradicional” hoy ya no tiene sentido puesto que hay otras formas o estilos de familia. Se la quiere desnaturalizar y los efectos son muy nocivos y los frutos muy amargos. De ahí que la familia, la verdadera familia, hemos de defenderla para que sea reconocida como la fuerza social, sicológica y personal que conlleva la auténtica felicidad. Una sociedad que devalúe o deprecie a la familia es como un cuerpo que devalúe o deprecie las células. Sin células el cuerpo no puede vivir, lo mismo –valga la comparación- sucede con la sociedad: sin familia se degenera y pierde su identidad. La familia es la célula primera y vital de la sociedad y la primera escuela de virtudes sociales y espirituales.

El Concilio Vaticano II nos dio una clave fundamental para entender y definir de forma magnífica cuando afirma que “la familia es la escuela del más rico humanismo” (GS 52,1). Puedo afirmar con orgullo que la mejor escuela dónde he aprendido a amar, a respetar, a trabajar sin quejarme, a ser educado y deferente, a poner empeño en lo sencillo de cada día y a saber que mi vocación no es más que una llamada de Dios… fue mi familia con mis padres a la cabeza y mis hermanas como expresión de la unidad que vivíamos juntos. La familia es la escuela de la más rica y hermosa humanidad, como el mejor caldo de cultivo para la realización de uno mismo y el mejor semillero del crecimiento espiritual. Dios ha hecho muy bien todas las cosas, pero fue ingenioso –si se puede decir así- al crear a la familia. Es la mejor más preciada perla de la creación.

Ante tantas propuestas que vienen propiciadas por ciertas corrientes ideológicas y que parece van a dar un cambio de timón a la humanidad, con el tiempo, nos damos cuenta que son falacias y mentiras existenciales. El ser humano no se inventa asimismo y menos puede torcer lo que la misma naturaleza, desde siempre, tiene como lo más preciado y ésta es la familia. Tenemos un ejemplo en la Sagrada Familia de Nazaret, imagen en quien mirarse y modelo que imitar por todas las familias. El Hijo de Dios no podía, a la hora de encarnarse y hacerse presente en medio de nosotros para nuestra salvación, buscar otro medio mejor que la familia. Es la cuna de tantas ilusiones, valores, relaciones auténticas y apoyo para crecer humanamente.

Tan importante es la familia, para la Iglesia católica, que la ha denominado “Iglesia Doméstica” (Concilio Vaticano II, LG 11). El Concilio afirma que en el seno de la familia los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación consagrada y la belleza del matrimonio. De ahí que se vea a la familia como una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. Cada día me percato mucho más que no hay estructura humana más digna y más maravillosa que la familia. Por desgracia estamos comprobando que –en muchos momentos- tal vez por el materialismo o por un hedonismo idolatrado, la familia se rompe a causa de que el amor se ha enfriado. También sucede que hay problemas de subsistencia para muchos en estos momentos de crisis económica y social, que pueden llegar a poner en crisis la misma estabilidad familiar. Es el momento para apoyar a la familia con la plegaria, la solidaridad y los recursos mejores que puedan darse a nivel social y eclesial. n

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