Queridos sacerdotes, diáconos, miembros de vida consagrada y fieles cristianos de la Iglesia diocesana:

Ante todo quiero expresaros mi cercanía y aliento en estos momentos duros y difíciles por los que estamos pasando. Son circunstancias que el evangelio nos clarifica con la hondura del Amor de Dios: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os añadirán. Por tanto, no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán” (Mt 6, 33-34). Os recuerdo a todos desde el Corazón de Jesucristo y agradezco vuestra entrega generosa. No os dejéis llevar por la pesadumbre y el miedo; lo estáis haciendo muy bien. Comprendo que a veces nos acude la incertidumbre, pero tenemos una vida que bien merece la pena entregarla por caridad, un amor que trasciende hasta Vida eterna. Este es nuestro consuelo y la suerte que nos ha tocado. Seguid mostrando que nada vale tanto como poner la confianza en la Providencia de Dios que rige el mundo y nuestras vidas. San Mateo, cuya fiesta celebramos hoy, nos enseña que la fe en Jesucristo es lo mejor y nada ni nadie podrá vencer el Amor y la Misericordia de Dios.

Os animo a todos. Reforcemos la oración y la vida litúrgica en los sacramentos. Acudamos, con los cuidados sanitarios, a la Misa dominical y nos acerquemos al Sacramento de la penitencia. Roguemos a María Virgen que como Madre no se cansa de aliviarnos y sostenernos a fin de que el Reino de su Hijo Jesucristo siga creciendo.

Con el saludo fraterno mío y del Obispo Auxiliar D. Juan.

+ Francisco Pérez

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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