Three gossip students telling secrets in the street

En estas circunstancias que afloran tantas confusiones, mentiras, indiferencias, prepotencias… y que todo se justifica y se llega a afirmar que la sociedad del bienestar se enmarca en el progreso es por lo que se afirma, hasta la saciedad, que ser progresista nada tiene que ver con lo de antes. Por tanto, quien no se suba al carro del progresismo es un ser desechable y se le tacha de carca y tradicionalista. Ante esta presión muchos se acobardan y se pliegan como siervos a las indicaciones que vienen dadas por las ideologías de turno. Se deprecia y hasta se desprecian los signos del bien hacer, la defensa de la vida, los actos morales que dignifican a la persona, la nobleza del que cree en Dios… y así podríamos ir enumerando realidades que se albergan en lo más íntimo y digno de la persona. Los grandes retos de hoy y que son necesarios podríamos decir son:

1. UN CORAZÓN NOBLE ES EL QUE MANIFIESTA CON SU VIDA QUE DIOS EXISTE.
No son los raciocinios desprovistos de miradas altas los que más favorecen el encuentro con Dios. Los sicólogos afirman que uno de los grandes problemas del hombre actual es la falta del sentido de la trascendencia. Y esto se palpa en conversaciones donde el diálogo corre por caminos de inmanencia solamente. Es verdad que la fe no se consigue ni por voluntarismo, ni por racionalismo, sino por la gracia que el Señor ofrece a cada uno y con libertad se puede rechazar o acoger. “Te basta mi gracia, porque la fuerza se perfecciona en la flaqueza” (2 Co 12, 9). Basta confiar que los dones de la fe son inmensos. Siempre me acuerdo de aquella mujer anciana que cuando la pregunté cuál era lo que más había vivido con ilusión y alegría, me contestó: “La fe en Dios. Él nunca me ha defraudado”. Su vida era un destello de luz que incluso se manifestaba en sus ojos.

2. OBRAR EL BIEN DIGNIFICA A LA PERSONA Y EMBELLECE A LA SOCIEDAD.
En una sociedad sana siempre se nos educa para el bien y esto es lo más grande que el ser humano puede realizar en beneficio de los demás. Hacer el bien y huir del mal constituye la base de la moral. El bien tiene su origen en Dios que es el Sumo Bien. Pero ocurre que ciertos movimientos sociales están inoculando el relativismo que es la manera de vivir según los gustos personales. Esto hace mucho mal. Tal es así que los mismos expertos en la sicología afirman que no sólo existen “enfermos mentales” o personas sicopatológicas, sino que se da el caso de personas que sólo hacen el mal por hacer mal. “Quien no castiga el mal ordena que se haga” (Leonardo da Vinci). Éste es un reto importante de hacer el bien y cancelar el mal, sabiendo que “el bien vencerá en el mundo, aunque el mal hace más ruido” (Benedicto XVI).

3. LA DEFENSA DE LA VIDA DESDE SUS INICIOS Y HASTA SU FINAL HACEN QUE EL SER HUMANO SE AUTOAFIRME EN SU GENUINA HUMANIDAD.
Si queremos anular lo más humano, hagamos de la vida un objeto de usar y tirar. “La vida es un bien de carácter fundamental, presupuesto para cualquier otro bien humano (la libertad, la igualdad, la cultura…), por cuanto sin él ninguno tendría realidad. La fe cristiana ayuda a comprender en toda su profundidad el valor de la vida. La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Solo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano. Jesucristo con su encarnación ha dignificado la vida humana hasta el límite más alto” (Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral: “La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad”, 103).

Estos tres retos y muchos más han de ir marcando una nueva etapa de la vida humana. No olvidemos que la mentira tiene patas muy cortas y al final sale a la luz con consecuencias muy nefastas.

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