Estamos pasando por unos momentos muy especiales que, con un silencio abrumador, perjudican a lo más íntimo del corazón humano. Me refiero al hecho que, fruto del materialismo y de la falaz “sociedad del bienestar”, muchos no encuentran sentido a su vida. Es más, cada día se constata como decepción o fracaso humano, en muchas personas, que sufren depresión o angustia vital o sufren en lo hondo de su corazón que la vida no tiene sentido: “vivir ¿para qué?” Los mismos expertos en sicología y siquiatría se encuentran aturdidos y preocupados por tal situación anímica en muchas personas. Cuando falta el sentido de la trascendencia el ser humano se resiente puesto que está llamado a una plenitud de vida y de gozo que sólo la espiritualidad mostrada y vivida por Jesucristo nos puede hacer resurgir de las cenizas que lleva en sí el materialismo, el hedonismo y el pansexualismo.

Con motivo del AÑO IGNACIANO y en sintonía con el espíritu de este gran Santo de Loyola hemos escrito una carta pastoral, en común, los obispos que servimos en las Diócesis por dónde se peregrina desde Loyola a Manresa. Dicha Carta la titulamos: “Hago nuevas todas las cosas”. Invito que la leáis. Será publicada en la Revista de La Verdad. Es un texto muy sugerente y con signos de esperanza. No olvidemos que la vida corre muy deprisa y conviene que serenemos nuestra interioridad para dejar espacio a Dios pues, muchas veces, nos comen las circunstancias temporales y materiales. De ahí que nos conviene ejercitarnos en la vida de oración y sabemos por experiencia que los Ejercicios Espirituales nos ayudan a “poner a punto” nuestro espíritu.

Para ello hay varias modalidades que las Casas de Espiritualidad de la Diócesis nos pueden ofrecer:

1. Ejercicios en retiro interno. Los Ejercicios Espirituales completos según el itinerario y la pedagogía que nos propone San Ignacio de Loyola se practican durante un mes entero, retirándose a una Casa de Espiritualidad y en silencio, de mano de una persona experta en dicha experiencia. Pero como no siempre es posible hacer este paréntesis en nuestra vida familiar y laboral, podemos retirarnos en una Casa de Ejercicios, bien en solitario o en grupo, aprovechando un puente laboral, un fin de semana o incluso algún día más para adentrarnos en el silencio y la oración que hace posible que en el corazón de cada persona se desarrollen los resortes espirituales que permiten sentir y gustar la experiencia de Dios en lo profundo del corazón.

2. Ejercicios de retiro semi-internos. Al igual que la Casa de Espiritualidad, las Parroquias pueden ser un lugar propicio para ofrecer la experiencia de la ejercitación espiritual, al igual que ofrecen, por ejemplo, las meditaciones cuaresmales. Se puede dedicar, durante una semana, un rato amplio por la tarde para exponer la materia de la oración y permitir que cada persona permanezca en oración en el mismo templo. Sin duda que, por lo que han realizado en alguna Parroquia o Colegio, producen abundantes frutos espirituales y de serenidad interior que tanto necesitamos en estos momentos.

3. Ejercicios en la vida diaria. También se ofrece la posibilidad de realizar esta ejercitación espiritual durante el Curso, sin dejar los compromisos de la vida cotidiana, reservando un tiempo diario para la oración y la entrevista semanal con la persona que acompaña la experiencia y el discernimiento. Muchos lo hacen así y los frutos son muy positivos.

No olvidemos que la peor de la pandemias que han ocurrido siempre en la historia de la humanidad ha sido cuando se ha perdido el sentido existencial de dónde procedemos, cuál es el motivo actual que mueve nuestra vida y hacia dónde vamos. Espero que aprovechemos este AÑO IGNACIANO y podamos aplicar la misma medicina espiritual que tanto bien hizo a San Ignacio de Loyola y a tantas personas que han realizado Ejercicios Espirituales.

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