Reconocer la realidad para transformarla: La desigualdad que alimenta el hambre

Poverty in Asia

Queridos diocesanos:

Como en años anteriores, Manos Unidas celebra su tradicional Campaña contra el Hambre con el lema “Reconocer la realidad para transformarla: La desigualdad que alimenta el hambre”. Para ello, es preciso realizar un análisis de la situación real de la humanidad que arranque desde la periferia donde se ven “aspectos de la realidad que no se reconocen desde los centros de poder donde se toman decisiones más definitorias”, como recuerda el Papa Francisco en Fratelli tutti, 215.

Vivimos en un mundo dominado por la conocida como “economía de libre mercado” que simplemente descansa sobre el principio de “acumulación” que nos desiguala y no sobre el principio de “dignidad” que nos iguala a todos como seres humanos. Se trata de un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre.
El mundo actual se encuentra inmerso en una “pandemia de hambre”, fomentada por los conflictos, la realidad de la COVID y la crisis climática que amenazan con sumir a millones de personas en una situación dramática de hambruna. Todo ello ha supuesto la detonación de uno de los mayores aumentos de hambre en el mundo en décadas, afectando a casi todos los países de renta baja y media. Esta realidad está acelerando la extensión de la desigualdad en todo el planeta, provocando que cientos de millones de personas más se hayan visto sumidas en una situación de pobreza y de falta total de recursos para llevar una vida digna.

Por ello, necesitamos generar nuevos compromisos que transformen las condiciones de vida de tantos seres humanos, emprender una tarea de transformación hacia un mundo más justo. Urge una dolorosa toma de conciencia de un mundo marcado hoy por una mayor desigualdad que no sólo nos habla del hambre, sino que merma también las demás condiciones de una vida digna para millones de seres humanos.

Os invito, desde estas líneas, a tener la convicción de que el futuro de las desigualdades no es cosa de otros. Está también en nuestras manos. Es urgente actuar para erradicar esta brecha que separa al mundo opulento de los más necesitados. La desigualdad del mundo nos interpela. Como nos recuerda el Papa, “los pobres no pueden esperar. Su calamitosa situación no lo permite”. Seamos generadores de una esperanza que cree una nueva mirada hacia un lugar en donde toda la humanidad pueda tener una vida digna.

Agradezco a Manos Unidas todo el bien que desarrolla en nuestra Diócesis. Seguid adelante con vuestro servicio silencioso, voz de las conciencias y compromiso para lograr el bienestar de toda la humanidad. ❏

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