A Christian prays. The young man folded his hands in front of him and turned to God. Communion with God. Consolation in religion. Prayer support. Religious teaching.

Hay momentos en la vida cotidiana que se hace presente el cansancio y provoca una inestabilidad emocional y anímica. Son momentos importantes para discernir y son circunstancias que conviene saber asumir sin perder lo fundamental que es el aliento de la vida: el amor. Siempre me viene a la memoria lo que decía San Juan de la Cruz: “Quien anda en amor ni cansa ni se cansa”. Tal vez aquí hemos de tomar nota para reflexionar sobre lo que nos sucede ante tantos momentos que son desalentadores. Pensemos en el rastro que está dejando la pandemia. Lo que más se siente es el cansancio de tanto oír, padecer y sufrir. Viene la tentación de tirar la toalla y escudarse en: “¡Ya no puedo más!” o “¡Hasta ahora he resistido pero ya no resistiré mucho más!” Es el cansancio que provoca tal circunstancia. Ahora bien no podemos dejar que sea tal situación la que impida vivir con objetividad lo que sucede pero, al mismo tiempo, conviene elevar el ánimo y aspirar a ser lo que uno lleva en lo más íntimo de su vida. “No nos cansemos de hacer el bien, porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto” (Ga 6, 9). Conviene, por tanto, animarse para no perder lo fundamental que es la defensa del bien y para no dejarse arrastrar por lo negativo que supone abandonar la razón de vivir.
Hay cansancios que surgen de un agotamiento físico o mental que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y la autoestima. Desde la misma sicología se busca dar una orientación a este cansancio y que se la ha denominado el síndrome de burnaut (síndrome del trabajador quemado o agotado). Es un proceso en el que progresivamente la persona sufre una pérdida del interés por sus tareas y va desarrollando una reacción sicológica negativa hacia su ocupación en el quehacer o en su trabajo. Son momentos que conviene bien orientar para no perder lo fundamental que es la armonía existencial que lleva a la estabilización emotiva y espiritual. Un momento importante en esta labor de superación es interiorizar que hay un motivo fundamental que alivia y alienta la vida y es la relación con el mundo y con las realidades que nos rodean compaginando materia y espíritu. El ser propio del género humano se encuentra en su capacidad de auto-trascendencia y auto-donación, es decir de salir de sí, desde su forma orgánica, sicológica y espiritual para abrirse a los valores y de modo especial al amor de entrega y donación. “El amor sólo con amor se paga, las heridas de amor sólo con amor se pueden curar” decía San Juan de la Cruz.
Hay cansancios que proceden de ausentarse en hacer el bien o que los mejores se cansaron de sus obras por no fiarse en aquello que antes ponían sus esperanzas. Por ejemplo, el Papa Pío XII solía decir, durante los tiempos de la guerra fría y ante la posibilidad de una hecatombe nuclear: “No tengo miedo a la acción de los malos, sino al cansancio de los buenos”. También Martin Luther King manifestaba un temor similar: “Más que a las palabras de los violentos, temo el silencio de los buenos”. En esta época que tanto alardea de libertades y del bienestar… más se fragmentan las relaciones personales y sociales. Por otra parte el relativismo ha creado un modo de pensar y de reaccionar que provoca una mentira existencial puesto que todo vale aunque se vaya en contra de la verdad, de la justicia, del amor y de la misericordia. Y este relativismo lleva a un atrincherarse en un individualismo saludable y preventivo que se considera como la manera de ser más auténticos, cuando es todo lo contrario.
Ante tal dolencia existencial que se puede sufrir, es el momento para ahondar, como un buceador, en el interior del corazón para encontrar el sentido trascendente de la vida que el buen Maestro nos enseñó con su vida y sus palabras: “Si alguno tiene sed, venga a mí; y beba quien cree en mí” (Jn 7 37-38) pues “¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?, o ¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?” (Mt 16, 26). Ante tal propuesta el cansancio se supera: “Venid a mí todos los cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28). El cansancio se supera con la humildad del que acepta que quien ama, ni cansa, ni se cansa sino que descansa. ❏

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