Crucifix From Heaven - Faith And Prayer

Hay una tendencia muy común -como demuestran ciertas normas que emanan de los Parlamentos- donde se puede observar que, dichas leyes, se burlan y omiten la ley de Dios y la ley natural. “No os engañéis: de Dios nadie se burla. Porque lo que uno siembre, eso recogerá; el que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción y el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna” (Ga 6, 7-8). Es muy clara la postura que indica la lectura evangélica. Las corrientes ideológicas que campan por sus fueros creyendo que construirán futuro, se vuelven contra ellas,  vislumbrando que donde no “hay mata no hay patata” como muy bien dicen los agricultores. Es tal el orgullo y la soberbia que se quiere realizar con estas leyes que, con sutileza, se pretende suplantar la ley de Dios.

Aparentemente  parece que tiene mucho recorrido pero, al final, tiene un tiempo muy corto porque como toda mentira “tiene las patitas muy cortas”. Alguien me decía con altanería que el progresismo, con todas sus alas aparentes, será la solución a todos los problemas del futuro que ahora son difíciles de solucionar. Basta mirar la caída de los ídolos que se han fraguado en la sociedad que dentro de muy poco se verá y, no tardando mucho, los frutos de tal falta de siembra. Me remito al dicho de que “quien no siembra no cosecha” por mucho progresismo fantasma que exista. Todo lo más, es un barbecho árido y sin vida.

Los ilusionismos no llevan a nada, solamente crean nihilismo y desazón existencial. “No pongáis vuestra esperanza en los príncipes, en un hijo de hombre que no puede salvar, que exhala el espíritu, vuelve al polvo, y en ese mismo día fenecen sus pensamientos” (Sal 145, 3-4). Esto nos hace recordar lo limitado y frágil que es el ser humano cuando se resiste a mirarse como en un espejo. Pero ocurre que más se enaltece a si mismo más se encierra en un callejón sin salida. Los hechos son los hechos y nadie puede ponerse ante ellos como quien mágicamente los cambia. Pensemos a donde arriba el ídolo del materialismo y se comprobará que tiene como fruto una falsa felicidad que produce desazón y hastío. Cuánto más se alimenta el materialismo y el hedonismo mucho más se deteriora la dignidad humana.

Es un momento para poner bien claro que el ser humano por mucho que quiera ponerse por encima de la ley natural y de la ley de Dios nunca se sentirá satisfecho y mucho menos realizado. Dios tiene paciencia esperando la conversión del corazón y de la vida en el ser humano peregrino pero nunca cede ante la verdad y la justicia. Dios nos muestra en Jesucristo que es el Camino, la Verdad y la Vida (cfr. Jn 14, 6). No cabe duda que el amor cristiano impulsa la denuncia, a la propuesta y al compromiso con proyección cultural y social, a una efectiva actuación, que apremia, a cuantos sienten en su corazón una sincera preocupación por la suerte del género humano a ofrecer su propia contribución. Y nadie contribuye tanto como quien se ofrece en poner claridad sin ambages y sin falaces ideologías que fosilizan las expectativas humanas puesto que la luz brilla mucho más que la tiniebla. Así nos invita la doctrina social del evangelio que predica la Iglesia.

Es impresionante observar cómo vivían las primitivas comunidades y cómo se advertía que estuvieran atentos para no caer en la mentira y el engaño: “Nadie se engañe: si alguno de vosotros se tiene por sabio según el mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio” (1Co 3, 18) y añade “porque si alguno se imagina que es algo, sin ser nada, se engaña a sí mismo” (Ga 6, 3). Dios nunca engaña y siempre está dispuesto a abrir sus brazos de amor y misericordia pero no olvidemos que de Dios nadie se burla; las consecuencias de tal burla son fatales y dramáticas.

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