La autoridad ayuda a crecer en el amor y la justicia

Angry mother scolding a disobedient child

Hubo una persona que me preguntó sobre el significado de la palabra autoridad. Estaba muy preocupada puesto que siempre que oía la palabra autoridad le venía a la cabeza un rechazo total. Pensaba que autoridad significaba imposición, dominio, sujeción… Y es todo lo contrario. Autoridad es una palabra que proviene del latín: auctoritas, derivado del verbo augere que significa ayudar a crecer. Tenemos un ejemplo muy claro en el evangelio cuando Jesús lava los pies a sus discípulos. Y así comenta el evangelista San Juan que después de cenar con sus discípulos, Jesús tomó la toalla y un recipiente con agua y comenzó a lavarles los pies. Algo insólito para ellos puesto que le tenían como en un pedestal;  se les rompen todos los esquemas que tenían sobre Jesús. De ahí que Pedro reacciona y le dice: «Señor ¿tú me vas a lavar a mí los pies?…No me lavarás los pies jamás”. A lo que responde Jesús: “Si no te lavo los pies. No tendrás parte conmigo…” Y responde Pedro: “Entonces, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza” (Cfr Jn 13, 6-9). La autoridad está por debajo y levantando; la autoridad no se pone por encima y esclavizando. Este ejemplo de Jesucristo es la muestra de cómo debe ser la autoridad que ayuda, desde abajo, a crecer en amor, fraternidad, verdad y justicia.

¿Por qué hizo este gesto Jesucristo? Lo hizo para dar ejemplo de humildad y servicio. Los discípulos –de los cuales ninguno había ofrecido lavar los pies a los demás- solían discutir frecuentemente sobre quién era el más importante. Pero el Maestro les decía: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos y servidor de todos” (Mc 9, 35). El orgullo que está tan apegado en nuestro interior no engrandece a nadie; por eso la auténtica autoridad tiene como lema: “El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido” (Pr 29, 23). “Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad” (Pr 18, 12). Cuanto más se va profundizando en la esencia del significado sobre la autoridad, más se comprenden los dichos y hechos que vienen expuestos en la Sagrada Escritura.

Lo contrario a la autoridad auténtica es el autoritarismo que significa tener bajo su control a las personas y utiliza la creación del miedo; y para crear ese miedo, se vale de la agresividad. Y de modo especial el autoritario es muy agresivo con quienes le llevan la contraria. Necesita que se le reconozca sus méritos que son mejores que los de otras personas. Todo lo contrario a lo que indica la Sagrada Escritura: “Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben” (Rm 12, 16). Por el contrario el autoritarismo se considera ya no sólo superior a los demás sino considera que los demás no tienen importancia. Sin embargo la buena autoridad se basa en el obrar: “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a vosotros mismos” (Flp 2, 3). Este proceder está causando grandes males en la sociedad; tal es así que no se logra entender las guerras que actualmente están en varias partes del mundo. Es inconcebible que se anteponga el poder y el dominio a costa de la muerte de miles de personas. ¡Es un autoritarismo totalitario!

La intención de la persona o institución impregnada de autoritarismo no es que las cosas salgan de lo mejor posible, sino que las cosas salgan según marca el emperador dominante de turno. “Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad la sabiduría” (Pr 11, 2). La dignidad humana viene pisoteada por el imperio del más fuerte y las consecuencias son fatales. “Fuisteis llamados a la libertad; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a las pasiones. Más bien sírvanse unos a otros por amor” (Ga 5, 13). Mucho se ha de cambiar para que reine la paz, la concordia, el respeto y la ansiada fraternidad universal. “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que concede la sabiduría” (St 3, 13). Podemos resumir y decir que el mejor ejemplo -que nos ha dado Jesucristo- ha sido poniéndose por debajo (lavando los píes a los apóstoles) para elevarles a la dignidad humana que se merecen. Todo ser humano tiene su propia dignidad y la auténtica autoridad la favorece y eleva. Por el contrario el autoritarismo la degrada y la desprecia. La autoridad ayuda a crecer en el amor y la justicia.

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad