Beata Pauline-Marie Jaricot
Hace pocos días, el día 22 de mayo, fue beatificada Pauline-Marie Jaricot, que nació en Lyon (Francia) el 22 de Julio de 1799. La beatificación ha sido en la misma ciudad donde había nacido. La Iglesia la considera la fundadora, desde hace doscientos años, de la Obra de la Propagación de la Fe, a lo que denominamos como DOMUND. Según nos narran en su biografía vivió una infancia feliz y en una familia muy rica económicamente. Durante su adolescencia vivió con mucha riqueza, se enorgullecía de su belleza, de sus joyas y su preciosa ropa que la convertían en la reina de los encuentros sociales. Sin embargo, también tuvo que lidiar con su carácter fuerte y decidido, que a menudo la conducía a sufrir por su mal genio. Fue durante esta época cuando Pauline experimentó un periodo de sufrimiento doloroso como resultado de un grave accidente en su casa: una caída desastrosa desde un taburete. Sufrió algunas heridas, pero sobre todo las lesiones de ese accidente, la llevaron a una larga y dolora depresión. Los médicos no veían ninguna mejora a pesar del tratamiento. Además, durante el transcurso de la enfermedad, murió uno de sus hermanos al que quería mucho y posteriormente murió su querida madre.
Es significativo –y ha ocurrido en muchos y grandes personajes- lo que podríamos definir como la “decepción del sentido de la vida”. Tal vez montados en el bien material uno cree que la vida tiene sentido, pero cuando menos te lo esperas provienen los sufrimientos y decepciones en el proyecto que uno se había creado idealmente… y la vida ya no significa nada. Precisamente en este período de sufrimiento de Pauline se le abrió en su corazón el “sentido de la transcendencia” (la fe). A los 17 años, una homilía de su párroco la conmovió, comprendió la grandeza del amor de Dios y lo efímero de los planteamientos, sin consistencia, que ella había soñado y, poco a poco, fueron cayendo como paja seca. Pauline fue creciendo, a la luz de la Palabra de Dios, que era para ella como el alimento que fortalecían sus obras cotidianas de la vida diaria.
En la Nochebuena del año 1816 y después de haberlo pensado bien hizo voto de castidad y descubrió que la motivación de su vida estaba en la devoción a la Santísima Eucaristía y en la reparación de las ofensas contra el Sagrado Corazón de Jesús, insultado muchísimas veces por los excesos de la Revolución Francesa. Pauline fue conquistando a muchachas trabajadoras de las Fábricas de su padre en una Asociación espiritual que se denominaba: “Reparadoras”. La idea incendió muchos corazones y el proyecto se propagó como la pólvora. La condición era rezar por las misiones y que, cada uno, donase un centavo semanalmente para las Misiones. El 20 de octubre del año 1820 ya había más de 500 miembros en lo que vino en llamarse la Asociación de Propagación de la Fe que fue fundada oficialmente el día 3 de mayo del año 1822. En el año 1826 la Obra de Propagación de la Fe se expandió por toda Europa manteniendo una hermosa relación con los misioneros y en estrecha relación con la Congregación de Propaganda Fide en Roma. Al amanecer del día 9 de enero del año 1862, Pauline, falleció.
Es un momento importante en la experiencia misionera que haya sido beatificada Pauline. Una mujer laica que supo poner su vida al servicio de Jesucristo en su Iglesia. “Puede ser un impulso para el vigor y el espíritu misionero. Se presenta como un ejemplo de santidad para toda la Iglesia universal y por lo tanto, se convierte en un modelo y como tal puede ser una gran ayuda especialmente para los laicos en todo el mundo, para mayor implicación en la misión y la promoción de la misma en la Iglesia… Se convierte ahora en una importante intercesora en el Cielo, para el trabajo de todos aquellos que colaboramos por el bien de la Iglesia y de la misión… Actualmente Obras Misionales Pontificias sostiene la actividad misionera de la Iglesia en 1.177 territorios de misión” (Tadeusz Jan Nowak, Secretario General de OMP). Sabemos que desde el bautismo somos llamados a ser misioneros. No importa el lugar o la vocación que cada uno posea como don de Dios, lo más importante es vivir desde el Amor de Dios para mostrarlo a los demás. Quien ama a Dios y al prójimo ya es misionero. ❏