María defiende la vida humana como sagrada

Mary and the Manger on Christmas Eve

Pregnant Mary leaning on the manger on Christmas Eve

Me ocurre habitualmente que cuando rezo el Rosario, me viene a la mente, a aquellos niños que podían haber nacido pero no se les dejó ver la luz de este mundo. Y le pido a la Virgen que ilumine a las gestantes y a aquellas, en especial,  que tienen intenciones de abortar que no lo hagan. Las influencias ideológicas y anticulturales del respeto a la vida no les interesa, más bien abogan para considerar como normal, si uno lo desea, el poder impedir la vida al que iba a nacer. Es un dolor profundo que llega hasta el Corazón de María que puso su acento en la visita que hace a su prima Santa Isabel. Un encuentro de dos embarazadas que cantan de alegría mutuamente por las dos vidas a punto de ver la luz: “Bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 42). Sus gestos son los más significativos que deberían resonar en aquellas mujeres que se acercan al precipicio de abandonar y desechar la vida que llevan en su seno. Si algo hay de bello y hermoso en una madre es concebir, engendrar y dar a luz su hijo. Si no se cumple tal vivencia se rompe con lo más sagrado y de ahí viene el sentido de fracaso y de tormento permanente.

Recuerdo en una ocasión que pude hablar durante quince minutos, a solas, con el Papa San Juan Pablo II y me dijo que llevara el evangelio asido a las manos de María. En sus manos llevaba a menudo el Santo Rosario. Con qué devoción y cómo lo rezaba en la capilla o en la terraza de su apartamento. Desde la Plaza de San Pedro -en la terraza- se le veía rezar el Santo Rosario. Y comprendo y entiendo mucho más cuando supe que su madre –al llevar un embarazo del que posteriormente fue Papa- los médicos la invitaban a abortar, pero un médico indio la indicó el método mejor para que supiera llevar adelante el embarazo. Ella no se dejó asesorar por los que la indicaban abortar y fue la confianza en la Virgen María que la ayudó a ser fuerte y firme. Dio a la luz a un niño rollizo y ese niño un día llegó a ser el Papa San Juan Pablo II. Tal fue la devoción que su madre infundió en el corazón de su hijo que al ser nombrado Papa escogió como lema: “TOTUS TUUS” (Todo tuyo María). La defensa de la vida pasa por fiarse y apreciar la devoción a la Virgen María y seguir sus pasos de sencillez y de confianza en Dios.

El problema o uno de los grandes problemas de hoy y que se hace visible es cuando el ser humano pretende ponerse en el lugar de Dios. Gravísima actuación que llevará a grandes desastres y de modo especial a un humanismo deshumano donde la única salida es la desesperación y el desprecio a la vida desde sus inicios hasta en los últimos momentos de la existencia. Por eso es muy importante defender la vida apoyándonos en la Madre de Dios que nos indica el Camino, la Verdad y la Vida que es su Hijo Jesucristo. Bien lo decía el Papa Francisco: “Cada ser humano está llamado por Dios a gozar de la plenitud de la vida, y estando confiado a la premura materna de la Iglesia toda amenaza a la dignidad y la vida humana no puede sino repercutir en el corazón de ella, en sus ‘vísceras’ maternas. La defensa de la vida para la Iglesia no es una ideología, es una realidad, una realidad humana que involucra a todos los cristianos, por cristianos y por humanos…Toda vida humana es única e irrepetible, vale por sí misma, constituye un valor inestimable”. De ahí que no estamos hablando de algo relativo sino de la vida a la que todo ser humano tiene derecho.

María es defensora de la vida puesto que mira, con dolor de Madre, cómo hay una ingente cantidad de niños inocentes condenados a muerte, por hedonismo, en el mismo seno de sus madres. Niños a los que se les impide nacer despojándolos del derecho a la vida. Niños a los que se les condena al silencio de su defensa porque no pueden defenderse. Niños nacidos en el seno de sus madres, pero condenados a descubrir la luz del sol. Ilumina, Madre, a todos aquellos que creen en tu Hijo para que sepan defender el Evangelio de la vida tanto en el no-nacido como en el enfermo en momentos de sufrimiento.

 

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