Woman feeling free in a beautiful natural setting, in what field at sunset. Free from chains

Vamos a iniciar un nuevo año y tal vez conviene que nos preguntemos si tenemos ilusión en emprender un tiempo de entrega y dedicación a las experiencias y tareas que nos toca vivir. Se ha hecho presente, en el ambiente social, un cierto desapego al gozo de saber que la vida, a pesar de sus dificultades, es importante afrontarla con coraje y entrega generosa. Podríamos decir que hay cansancio existencial.
Son los avatares propios de una existencia que se asumen o se rechazan. Si se rechazan provocan muchas deficiencias psíquicas y llevan a un desequilibrio emocional. Si se asumen como algo propio de la existencia vital animan para mirar los acontecimientos con sentido trascendente. La vida se eleva cuando tenemos miradas altas y vienen provocadas por la fe en Alguien que asumió, sobre sí, al ser humano con sus logros y con sus fracasos. El cansancio agota las perspectivas de la vida y de ahí que conviene analizar en profundidad cuáles son los ideales que tenemos para descansar sin desfallecer.
Muy interesantes son los apoyos psicológicos que tanto bien hace a la persona humana. Pero sabiendo agradecer el bien que realiza la “salud mental” es conveniente completarla con la “salud espiritual”. No se contradicen sino que se complementan. La práctica religiosa potencia el sentido profundo de la vida. Es muy común afirmar que quien esté conectado o acompañado por una Comunidad de Fe tiene mejores resultados de salud, mejores experiencias de vida y más longevidad. Muchas veces he podido escuchar a personas enfermas y abatidas por la desesperación que han logrado superarse gracias a saber que Dios estaba con ellas, es decir, que ese “poder superior” les había ayudado a enfrentar mucho mejor la enfermedad y la adversidad.
Podemos preguntarnos: ¿La fe es capaz de prevenir enfermedades? Los estudios científicos demuestran que la fe previene algunas enfermedades de tipo sentimental o afectivo, de estado anímico, de adicciones físicas… La fe no es una medicina, pero hay muchos motivos por los que resulta útil para la salud en sus diversos matices. La fe da luz a la inteligencia, para captar dónde está el bien o el mal, lo que es virtud o vicio. Pensemos que todo lo que se haga a favor del bien siempre aprovechará para la salud. Dice el libro de los Proverbios: “No envidies a los hombres malvados, ni desees estar con ellos; que su corazón murmura violencia, y sus labios rezuman dificultades” (Pr 23, 31-32). Si estuviéramos más atentos a las alarmas que propicia la vida espiritual, que la fe ayuda a descubrir, no nos lamentaríamos de tantos incendios que destruyen a la persona.
Que la fe previene enfermedades nos viene notificado por aquellos que han pasado un tiempo por la adicción a la droga, a la pornografía, al desprecio a la familia, a los ataques violentos, al desprecio por la vida… Muchos nos narran sus experiencias y se lamentan por su vida pasada y agradecen a quienes les han orientado para salir del “infierno” que vivían. Desde la armonía psicológica y complementada por una experiencia de fe han pasado de la muerte existencial a la vida gloriosa y gozosa. No son los falsos afanes de la vida sino la armonía de una salud que se ha encontrado en lo más íntimo de la persona.
La vida espiritual de un cristiano, a diferencia de cualquier psicoterapia, nos pone delante de un modelo que es Jesucristo al que podemos imitar y que nos indica el camino a seguir y además nos da luz para disipar las tinieblas interiores y nos concede fuerza para seguir caminando con ilusión. Dejemos actuar, en el próximo año, al Señor que nos ha mostrado su amor como la mejor medicina que transforma y cura nuestra experiencia existencial en todas sus facetas y matices. ❏

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