Una peregrinación que fortalece la vida espiritual

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Con el resurgir de la naturaleza, en el albor y la cercanía de una nueva primavera, nuestra Iglesia de Navarra siente el impulso y el deseo de ponerse en camino para llegar al Castillo de Javier y honrar a nuestro patrón San Francisco.
Un año más quiero convocar y animar a participar en esta celebración a todos los cristianos de esta porción del pueblo de Dios que peregrina en Navarra. Bien sé que la participación en las Javieradas ya no se circunscribe a los fieles de esta Diócesis, sino que otras iglesias hermanas se animan a vivir esta experiencia y este maravilloso encuentro en Javier. También, son muchas, las personas que, por otras razones, se acercan hasta la cuna de San Francisco y todos son acogidos por esta familia cristiana.
Cumpliremos con esta veterana tradición de más de casi 83 años y, de este modo, pondremos broche a este Año Santo que el Papa Francisco nos concedió y en el que hemos recordado y dado gracias a Dios por el 400 aniversario de la canonización de San Francisco de Javier. El día 12 de marzo, al terminar la Novena de la Gracia, en honor del patrón universal de las misiones, clausuraré este año tan especial.
San Francisco está profundamente arraigado en nuestros corazones y es un verdadero emblema, un signo de identidad para quienes vivimos en esta tierra y para muchas otras personas que a lo largo de todo el año visitan el pueblo de Javier y su castillo tratando de acercarse al espacio que fue su hogar durante sus primeros años de vida. Quien camina hacia Javier con el corazón y la mente abiertas favorece “encuentros que dan Vida”.
Peregrinar hasta el castillo de Javier permite experimentar algo mucho más sublime. La persona y el lugar son un medio de encuentro con aquello que San Francisco vivió y anunció hasta los confines de la tierra. Cuantas personas se ponen en camino y se acercan hasta Javier para encontrarse con otras personas y consigo mismo y así expresar su vitalidad y enriquecer su propia existencia. Pero Javier, el lugar y el misionero siempre propician un encuentro con algo mucho mayor. Las Javieradas nos quieren llevar a un encuentro con Jesús que es el Camino, la Verdad y la Vida.
San Francisco Javier pudo experimentar en sí mismo esta verdad. Su conversión, el giro en la orientación de su vida producido en los años de estudio y formación en Roma le permitió sumergirse en la Vida auténtica. Y este fue el contenido de su predicación y el motivo que propició la misión de llevar a la Vida plena a otras gentes. Jesús se hizo un ser humano como nosotros y Jesús es anunciado por la Iglesia para que todos “tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10).
Al pensar en San Francisco de Javier siempre me vienen a la mente las palabras del Evangelio en las que se refleja la mediación de San Ignacio en el proceso de transformación interior. Con ellas también quiero alentaros a encarar con firmeza este tiempo de Cuaresma recién comenzado: “Porque ¿de qué le servirá al ser humano ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mt 16, 26). La apuesta por Jesucristo es la mejor inversión que hizo San Francisco de Javier. ¡Ahí tenemos los resultados!
Con la celebración de los 400 años de su canonización estamos diciendo que él, San Francisco de Javier, con su vida y su muerte alcanzó el encuentro definitivo con la Vida. Y que todos estamos llamados a vivir con mayor plenitud siguiendo el ejemplo de Jesús, y que el amor, fuente de vida, será el medio para poder alcanzarlo. ¡Felices Javieradas y feliz encuentro con Jesús, que es la Vida! ❏

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