Estamos habituados a vivir una experiencia –en muchos momentos- muy ausentes del auténtico juicio y la verdadera libertad; me ha impresionado este texto del apóstol: “Por tanto, hablad y obrad como quienes van a ser juzgados por la ley de la libertad. Porque quien no practica la misericordia tendrá un juicio sin misericordia. La misericordia, en cambio, prevalece frente al juicio” (St 2, 12-13). Hay razones que la razón si no está iluminada no puede dar, porque se convierten en puras falacias. Pensemos por unos momentos sobre la libertad y cómo se piensa sobre ella. Sucede que se convierte en hacer “lo que a uno le apetece”. La aparente libertad se convierte en oculta esclavitud que aflora en los momentos de juicio.
De ahí se sigue que cuando juzgamos sobre los demás y sobre las circunstancias que nos rodean se convierte en un juicio justiciero donde no tiene cabida la misericordia. No digo nada cuando hemos sido vilipendiados y hasta acosados de cualquier forma, lo primero a lo que se acude es a un juicio torticero sin apertura al perdón, en definitiva, a la misericordia. La justicia, la verdad, el amor y la misericordia son los fundamentos que sostienen un auténtico humanismo que se alimenta en la experiencia que Jesucristo nos mostró: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). El perdón no quiere decir que abandone la justicia sino que prevalece frente al juicio y, en definitiva, exalta el auténtico amor que es la suma justicia que es la ley del amor: “Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15, 12-14).
Desde el punto de vista psicológico el perdón y la misericordia contienen, por así decirlo, una medicina especial. Y esta medicina sana el corazón de todo rencor y de toda violencia. Cuando las personas no perdonan, el corazón se altera y va guardando mal estar, rencor, estrés y actitudes vengativas y esto repercute posteriormente en la salud física y mental. Sin embargo cuando se sabe perdonar se anida la tranquilidad y uno se siente más gozoso. Se mejora la salud interior y llega hasta favorecer la menor frecuencia cardíaca y hasta la tensión arterial se pone en su lugar.
Saber perdonar sirve para liberarse de los juicios y sentimientos negativos, de la venganza y del sufrimiento que siempre provoca el daño realizado, dejando que el pasado quedó atrás y que el momento presente ha de estar liberado y sanado. Los maestros en lo psicológico y los maestros de la vida espiritual coinciden al afirmar que “cuando uno perdona, siente como si dejara una mochila muy pesada, que ha impedido caminar libremente”. Hay muchas experiencias en este sentido y me viene a la memoria lo que me comentaba una persona que había sido maltratada e injustamente despreciada. Los consejos que recibía, muchas veces, era de utilizar “Ojo por ojo y diente por diente” (ley del talión), contraria a la enseñanza de Cristo que enseña -con su propia vida- que la “medida del amor, es el amor sin medida”. Pero hubo una persona que la abrió, con sus consejos, las puertas del perdón como sanación de su vida interior y así lo hizo; el resultado fue que cambió su vida e inició un camino de gozo y serenidad que antes no tenía.
Concluyo invitando a fin de que durante esta Cuaresma nos sintamos amados de Dios y su amor es tan grande que nos ofrece su perdón por nuestros pecados: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido” (Mt 6, 12). Y antes de toda oración o celebración litúrgica “vete primero e reconciliarte con tu hermano, y vuelve después para presentar tu ofrenda” (Mt 5, 24). Sentir el perdón de Dios y perdonar a los que nos hayan ofendido es la experiencia de sanación más profunda que pueda darse y ésta se consigue de modo especial en el sacramento del perdón o de la confesión. ❏

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad