La sucesión apostólica garantiza la unidad eclesial
En estos momentos que tenemos la gran dicha de recibir y acoger con alegría a Mons. Florencio Roselló Avellanas, de la Orden Mercedaria, como nuevo Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, no puedo por menos que agradecer a Dios que sea mi sucesor, a sabiendas de que va a ejercer muy bien este ministerio encomendado por el Señor por medio del Papa Francisco. La Diócesis está en fiesta porque la Sucesión Apostólica sigue en pié y el Espíritu Santo será el mejor apoyo para esta Iglesia local que tantos dones ha derramado sobre ella y seguirá regalando. El carisma jerárquico siempre se ha hecho presente –por medio de la Sucesión Apostólica- en el Papa y los Obispos. Hemos de estar muy orgullosos de la Iglesia que, como Pueblo de Dios, sigue mostrando a la sociedad la bondad y la belleza del Amor de Dios por medio de Jesucristo, que ha entregado su vida por nosotros y ha mostrado su permanente presencia como Resucitado.
La vida cristiana tiene como fundamento la vida en Cristo y él es el Camino que nos conduce hacia la santidad. No hay cosa más preciosa en nuestra vida de fe que caminar con los hermanos en comunión para que la belleza del Pueblo de Dios atraiga a muchos que aún no conocen el designio de Dios sobre la humanidad. Muchas veces nos podemos desanimar porque el secularismo tiene como propuesta aparcar todo lo que signifique religiosidad. No obstante si algo ha de ser prioritario en nuestra vida es ser fermento de amor, como Jesucristo nos ha enseñado, y el fermento da consistencia a la masa. La masa por sí misma no se fragua si no tiene levadura que la sostenga. Llegará un momento, después de este relativismo aparentemente fascinaste, que la gran mayoría volverá al susurro más significativo de Cristo cuando dice: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28).
Aprovechemos esta circunstancia tan significativa como es la venida de un nuevo pastor a esta Iglesia particular para fortalecer nuestra experiencia eclesial y estoy seguro que le vamos a acoger con todo nuestro cariño y caridad para que la misión que Jesucristo le ha encomendado sea lo más fructífera posible. Viene con toda la ilusión y con el deseo de entrega generosa para que sea la Voz de Cristo que resuene en todos los corazones, para que la Vida en Cristo sea el mejor testimonio para la evangelización y para que la Cruz de Cristo sea el mejor consuelo para los que sufren en los momentos de dolor. Es el mismo Cristo que nos invita a seguirle en todas las circunstancias de la vida, sean gozosas o sufrientes.
Concluyo con un texto del Concilio Vaticano II sobre la labor y servicio de los obispos: “Trabajen, pues, sin cesar para que los fieles conozcan plenamente y vivan el misterio pascual por la Eucaristía, de forma que constituyan un cuerpo único en la unidad de la caridad de Cristo, «atendiendo a la oración y al ministerio de la palabra» (Act., 6,4), procuren que todos los que están bajo su cuidado vivan unánimes en la oración y por la recepción de los Sacramentos crezcan en la gracia y sean fieles testigos del Señor. En cuanto santificadores, procuren los Obispos promover la santidad de sus clérigos, de sus religiosos y seglares, según la vocación peculiar de cada uno, y siéntanse obligados a dar ejemplo de santidad con la caridad, humildad y sencillez de vida. Santifiquen sus iglesias, de forma que en ellas se advierta el sentir de toda la Iglesia de Cristo. Por consiguiente, ayuden cuanto puedan a las vocaciones sacerdotales y religiosas, poniendo interés especial en las vocaciones misioneras” (Christus Dominus, nº 15).
Ruego y pido a todos los sacerdotes, religiosos, catequistas, agentes de pastoral y fieles de esta Diócesis de Pamplona y Tudela que le acojamos como el que viene en el nombre del Señor. Recemos por el servicio y entrega de su ministerio episcopal, que iniciará el día 27 de enero 2024 cuando será ordenado y consagrado Obispo de esta hermosa Diócesis. ❏
